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le dice el Dios de la Biblia, será tu alimento; y domi¬
narâs sobre los peces del mar y sobre los pájaros de los
cielos y sobre las bestias que se agitan en la tierra».
Cuando el hombre encuentra al hombre, sobreviene la
lucha, y mata para aplacar el hambre inexorableque no
puede extinguir. No hay nada sagrado con tal de vivir à
toda costa. El aguijón del deseo trae la guerra del cani¬
balismo; más tarde el impulso adquirido, la inutil ma¬
tanza. Llanos, colinas, valles, la tierra toda y todo el
mar, se ofrecen à los mortiferos encuentros. Y sobre las
monstruosas graderias del circo inmenso, la naturaleza
viva contempla extasiada la muerte vengadora, y se
abre para encerrar en su seno al enemigo comûn.
Quien dice evolución, dice curvatura; y la ascensión
no puede ser infinita. Después de alcanzar el vértice,
viene el descenso, la caida lenta ó rápida en la vertigi¬
nosa noche.
Las leyes inmanentes, eternas, que imperan desdela
tierra à la mås apartada estrella, no son más que una
miserable contingencia en el tiempo y en el espacio in¬
finitos, un momento de la fuerza universal en un por¬
venir caótico. Nuestro sistema solar, desmesurado para
nuestros órganos, sólo es polvo imperceptible arrastrado
en el universo sin fin por una potencia innommnada ha-
cia destinos imprevistos.
IIE SAO
IN
DE HISTORIA DEL DERECH
europäische Rechtsgeschichte