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roso vulgo, semi-alfabeto, más peligroso que el franca¬
mente desprovisto de letras, dispuesto a acogerlos. Hace
pocos dias, y perdóneseme la digresión, leia en un im¬
portante diario de la tarde un articulo sobre la herencia
o sucesión de bienes por causa de muerte. "La herencia
— decia — es el atavismo feudal y bárbaro que queda
de esta civilización que muere." Y el articulista mos¬
traba el Eldorado que resultaria de la supresion del de¬
recho de heredar. "Desaparecido el régimen de heren-
cia, el Estado seria inmensamente rico e inmensamente
generoso. No harian falta las contribuciones. Desapare-
cerian las castas.” No se dice qué haria ese Estado con
la fortuna nacional, que, naturalmente, dejaria casi en
absoluto de producir en sus manos. Los capitales que hoy
fomentan las industrias y el trabajo estarian en poder
del Estado. La pobreza se extenderia a todos; pero el Es¬
tado seria inmensamente generoso. Ideas de esta fuerza
no se sostienen un momento ante la experiencia y la ra-
zón; pero, por desgracia, asi se concitan odios contra el
orden social y asi se extravia el alma de las multitudes.
El derecho de propiedad privada será, mientras la
humanidad sea lo que es, factor insustituible de pro-
greso. Toda economia colectivista conduce al predomi¬
nio incontrastable del Estado, atrofia la iniciativa in¬
dividual y lleva fatalmente a la servidumbre y a la mi-
seria. Sólo como un suplemento de la economia normal,
fundada en la propiedad privada, y como medio de até¬
nuar los inconvenientes que, como todo lo humano, lleva
consigo, es conveniente y necesaria la existencia de bie-
nes colectivos — propios de los pueblos, cotos sociales de
previsión, etc. — que alivien a los más necesitados. Pero
la forma de trabajo corriente, en cuanto a la tierra,
debe ser la apropiación individual, con las limitaciones
que, por su indole, lleva siempre anejas. No creo que
los ensayos que se llevan a cabo de explotaciones rûsti¬
cas de organización colectiva, a que yo mismo di acogida
en un proyecto de ley presentado por mi a las Cortes,
produzçan los resultados que por algunos se esperan,
si en alguna forma no se consiente la diferenciación que
forzosamente acaban por producir las diferentes aptitu-
des y condiciones.
No está el remedio de los males sociales en la nega¬
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte