ESTUDIOS SOBRE
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cupe de su elevada mision y de la grandeza de su destino. Se preo¬
cupan de su posicion el Magistrado, el Alcalde popular, el Gene¬
ral, y no habia de preocuparse el Jefe del Estado?
Por lo demas, es vano empenno poner al Poder trabas artificia
les para impedir sus invasiones. ; De qué sirve decirle que los de¬
rechos individuales son ilegislables? ; Qué freno puede ofrecer à
su ambicion un Estado de artistas y otro de sabios? El baluarte
inexpugnable de la verdadera libertad está en el espiritu del pais,
en sus costumbres, en los progresos de la razon pûblica y en la
intervencion de los ciudadanos en el gobierno de la nacion. Lo
demas es envolver al leon en débiles redes de cánamo que no re¬
sisten à su terrible garra, y que sin sujetarle le irritan.
La otra critica que se hará à mi doctrina es la de su vaguedad.
No es justa; tratándose en general de determinar la mision del
Estado, es imposible salir de una fórmula genérica y comprensi¬
va, conforme con las leyes eternas de la moral, de la naturaleza
y de la historia: toca luégo à la ciencia aplicarla à todos los he¬
chos sociales, à todas las esferas de la actividad humana. Yo en¬
tiendo que la mision del Estado no es sólo reprimir ó garantir la
seguridad; que no es sólo tampoco reprimir é ilustrar; que es
ademas, y principalmente, utilizar las fuerzas de la comunidad y
dirigirlas à la consecucion del fin social, que consiste en el des¬
envolvimiento armónico de las facultades humanas con estricta
sujecion à las prescripciones eternas de la ley moral, de la cual
es intérprete el poder pûblico, cuyas decisiones obligan al indivi¬
duo, que no puede cumplir su destino fuera de la sociedad, siendo
por tanto la primera condicion de su desarrollo su sumision à la
disciplina social. Que la ciencia tenga mucho que hacer para des¬
envolver esta formula y aplicarla à la familia, al municipio, al
Estado, à la religion, à la ciencia, al arte, à la moral, à la poli-
tica, à la industria y al comercio, no lo niego. Por esto la ciencia
es tan dificil y penosa: por esto el mundo fué entregado por Dios
à las disputas de los hombres. Más cómodo seria sin duda encer¬
rar al Poder en limites muy estrechos y definidos, y senalarle
grandes mojones, que la vista más tosca y ménos ejercitada pu¬
diera de léjos distinguir; pero no es asi como obra la naturaleza,
Max-Planck-Institut für
rales y Politicas
päische Rechtsgeschichte