DISCURSO
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Iglesia, y comentan misteriosas profecias. Con todo, el
triunfo no llega y la persecucion arrecia.
Cesará la persecucion?
:Llegará ese anunciado triunfo? ;Cuándo y cómo?
No seré yo quien responda á esas preguntas, que no es
dado al hombre adivinar en los arcanos de la Providencia.
Pero puesto que la persecucion arrecia, al paso que avan¬
zan en tésis las teorias separatistas, indiferentistas y soli¬
darias, puesto que cada vez se respeta ménos la concien¬
cia cuanto más se habla de libertad de conciencia, estu¬
diemos qué significa la persecucion, y en qué consiste lo.
que se Ilama el Triunfo de la Iglesia.
La persecucion es una medicina con que Dios cura las
enfermedades de que adolecen, no el Catolicismo, sino los
catélicos por la fragilidad humana. En tal concepto es un
beneficio, y beneficio grande, que Dios nos dispensa en el
órden moral. Es lo que el castigo al hijo discolo, al disci¬
pulo indolente: es lo que la dieta, la medicina repugnan¬
te y amarga para el pobre enfermo. Hasta la herejia como
persecucion interna, y más dolorosa, es ûtil, y esto que
parece un contrasentido, es verdad inconcusa para quien
sepa aquellas lûgubres palabras: conviene que haya here¬
jias (1). La misma Verdad eterna que pronunció estas pa¬
labras, que á no haberlas dicho nos guardariamos de in¬
ventar, anunció tambien á la Iglesia que no le faltarian
persecuciones.
«Los principes me han perseguido sin razon» (2).
«Más vale confiar en Dios que esperar nada de los prin¬
cipes» (3).
«Sereis arrastrados ante los principes y azotados en las
(1) «Nam oportet et hæreses esse, ut et qui probati sunt mani¬
»festi fiant in vobis.» Epist. 1.2 ad Corint., cap. 11, vers. 19.
(2) «Principes persecuti sunt me gratis.» Salmo 161.
(3) «Bonum est sperare in Domino, quam confidere in principi¬
»bus.» Salmo 117. «Tradent enim vos in conciliis et in synagogis
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