DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO DE LEÖN Y CASTILLO 163
aquellos combates singulares entre González Brabo y Rios
Rosas, en aquellos tiempos en que los partidos aun luchaban
y las ideas interesaban más que los intoreses; cuando todavia
la elocuencia conservaba la clámide y la toga, y no se pre¬
sentaba, segûn dijo Cormenin en su peculiar estilo, con go¬
rro de algodón y bata de percal, como hija del industrialis¬
mo moderno. Hubo entonces, ha habido luego oradorès con
sintaxis más flexible; con mayor dialéctica; con preparación
mâs sólida para intervenir de improviso en un debate; con
miras más altas como hombres de Estado; pero ninguno ha
tenido mayor influjo ni disfrutado de mayor prestigio que
aquellos dos oradores sobre las Asambleas y la opinión de
su tiempo. Porque uno y otro tuvieron, además de lo que
pudiéramos llamar la primera materia del orador, es à sa¬
ber, «el acento, que conmueve; la voz, que vibra y seduce;
el gesto, que completa la palabra»; tuvieron, digo, el quid
divinum, el genio de la elocuencia, lo que no se aprende en
los libros ni se adquiere jamás en las academias: el arte de
condensar el sentimiento pûblico en una frase, y de forjar
con una frase un rayo.
Y, sin embargo, entre aquellos dos hombres, que tantos
pûntos de contacto tenian por el temperamento y por la pa
labra, jcuántas diferencias esenciales existian! Por el ca¬
râcter moral parecia el uno nacido en Atenas, el otro en Es
parta. Era el uno insinuante, expansivo, de fácil acceso, mâs
consecuente con los amigos que con las ideas, mâs apasio
nado que prudente, más epicûreo que estoico. Era el otro
reservado, austero, inquebrantable en sus convicciones, rece¬
loso en sus amistades, desinteresado hasta el heroismo, es¬
toico en todos los instantes de su vida. Por la elocuencia, en
que ambos fundaron su imperio, tenia el uno los acentos
atronadores y la abundancia caudalosa del torrente. Necesi¬
taba el otro un supremo esfuerzo para encontrar la palabra
en lo más hondo de su espiritu y lanzarla encendida sobre el
consternado auditorio, como lanza el volcán, después de vio¬
lenta sacudida, la lava arrancada å las entranas de la tierra.
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
uropäische Rechtsgeschic