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DISCURSO
Homenaje a m.
La Providencia ha hecho que me toque suceder aqui al
antecesorel se¬
nor Salvador
ilustre Arzobispo de Valencia, Sr. Salvador y Barrera, a uno
Barrera, Arzo
bispo de Va
lencia
de los que huellas más decisivas han dejado sobre mi vida.
En 1904 era él Obispo de Tarazona, y fui yo a aquella peque¬
na ciudad episcopal a pasar, con mi familia, el verano. Era¬
mos ya amigos antiguos, y habiamos sostenido larga y afec¬
tiva correspondencia; pero el trato diario durante tres meses
depuró y robusteció nuestra mutua estimación. Un dia me
dijo:
—He mandado llamar a todos mis arciprestes para que
oigan a un eminente sociólogo, al P. Vicent. Quiero prepa¬
rarlos para una gran cruzada, para la acción social, y no hay
en Espana quien pueda hacerlo con más autoridad que ese
ilustre jesuita. Venga usted a nuestra Asamblea.
Y fui. Aquella Asamblea decidió de mi vocación y de los
futuros destinos de mi vida. Las perspectivas de reforma so¬
cial y de apostolado popular que en ella, mi maestro venera¬
ble, el P. Vicent, me habia entreabierto, llenaron y acalora
ron mi espiritu, poseyéndolo absoluta y plenamente.
Me inicia en l
El Prelado me dejó de su biblioteca libros sociales, que
orientación de
mocraticacris
devoré. Recibia entonces ûna revista social que el abate Paul
tiana.
Six publicaba en Lille, con el titulo de La Démocratie Chré¬
tienne. Juntos leiamos y comentábamos sus glosas encendi¬
das sobre la Enciclica Rerum Novarum y sus estudios, tan
lienos de noble pasión por el pueblo como de doctrina audaz
y jugosa, nueva y a la vez saturada del viejo perfume evan¬
gelico. Aquellas lecturas y aquellos comentarios hacian vi¬
brar mi alma, y la empujaron por la senda de la democracia
cristiana, que ya no abandoné. Antes habia leido y escrito
como dilettante, sobre cosas sociales; desde entonces va no
hice otra cosa. Lo que en estos ultimos diez y seis anos estu
die y lei, lo que escribi, lo que ensené en las cátedras, lo que
divulgué desde el periódico, la revista, el libro o la conferen¬
cia, mi actividad, mis ilusiones, mis afanes, mis pobres lu¬
chas, todo ha sido un tributo al ideal que vi relucir en aque¬
lla Asamblea a que el Doctor Salvador y Barrera me invitó.
Max-Planck-Institut für
rales y Politicas
Real Ac
europäische Rechtsgeschichte