DISCURSO
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ta que lleguemos á conseguir tener algunas nociones so¬
bre todo (1).» El poeta no se engana al profetizar de este
modo lo que debia cumplirse después de su muerte, jà lo
menos, no se tendrá por licito que creamos sucederà lo
mismo en lo porvenir?
La industria es el trabajo en todas sus formas; en los
primeros tiempos en que era menester conquistar la tie¬
rra, nuestra imaginación se complace en delinear la
figura, los rasgos distintivos del vigoroso cazador. Con
su arco, con sus flechas, el cazador camina por las mon¬
tanas y los valles, canta Schiller, desde los primeros ra¬
vos de la manana. Como el buitre es rey de las Ilanuras
del aire, el cazador reina libremente en los montes y las
roças. Le pertenece el espacio que su dardo recorre, para
él es cuanto vuela y cuanto se arrastra por la tierra (2).
Nuestro pensamiento después de los peligros de la caza
se fija en los afanes de la pesca. Oigamos à Goethe en
una de sus más célebres baladas: «La onda murmura¬
ba, la onda ascendia sobre las aguas; un pescador, sen¬
tado en la orilla, miraba tranquilo el sumergido anzue¬
lo..... Las olas llegan y se alejan, y de su seno se lanza
una mujer cubierta por sus espumas.—Ella le cantó, ella
le habló: zpor qué atraes con el ingenio y la astucia del
hombre mi raza allá arriba, hacia el calor mortal? ;Si su¬
pieras qué bien se hallan los pescados en los profundos
abismos!.... (3).»
Durante largo periodo el hombre vive à expensas y
merced á la abundancia de los dones espontáneos de la
naturaleza; vive en el carrro de hojas y de frutos de las
contiguas selvas virgenes. Es la edad de oro de los poe¬
tas. Hesiodo habla de un tiempo en que florecia la raza
Mäximas, Pensam., pág. 431.
Guillermo Tell, acto III, esc. I.
Poesias. El pescador, pag. 36.
(3)
Real Academia de Ciencias Morales y Politic
europäische Rechtsgeschichte