DEL SR. D. MELCHOR SALVA
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co inglés juzga necesario el concurso del capital hasta en
el paraiso, hasta en las inocentes labores de nuestra pri¬
mera madre! Virgilio es del mismo parecer respecto á la
agricultura.
Dicendum et quae sunt duris agrestibus arma:
Quis sine nec potuere seri, nec surgere messes:
Vomis, et inflexi primum grave robur aratri (1).
Los agentes naturales son la tercera y ultima de las
fuerzas productivas. Consideraron los primeros econo¬
mistas que eran una condición favorable para producir
no más; doctrina corregida más tarde por sabios autores,
y que nunca ha encontrado defensa, ni representación en
la literatura. Las tierras, aunque inertes, excitan al tra¬
bajo, dice Hesiodo. En su seno ocultaron los dioses el sus¬
tento de los hombres (2). En justamente celebrados ver¬
sos. Shakespeare ha descrito las grandes ventajas y dones
otorgados por la naturaleza à la Gran Bretana. «Esta
tierra de majestad, este nuevo Edén, este paraiso terre¬
nal, esta fortaleza edificada por la naturaleza misma para
que pueda rechazar la invasión de la peste y de la guerra,
esta admirable raza humana, este universo en miniatura,
esta piedra valiosa incrustada en un mar de plata que le
sirve de muro ó de foso contra la envidia de paises menos
afortunados, este rincón de la tierra dichoso, este suelo
bendito del cielo...... La Inglaterra rodeada del mar como
un glorioso cinturón, la Inglaterra que desde lo alto de
sus penascosas riberas rechaza los envidiosos asaltos del
humedo Neptuno (3).....» Donde reinan las fuerzas inin¬
teligentes y brutales, la obra pura no puede cumplirse, ha
declarado Schiller; nada produce más activamente que
Las Geórgicas, lib. 1, v. 160.
(1)
Las obras y los dias, pág. 31.
Ricardo I, acto Il, esc. 1
Max-Planck-Institut für
Real Academla de Cencas Moales y Polticas
europäische Rechtsgeschichte