456 DISCURSO DEL SR. D. JUAN DE LA CONCHA CASTANEDA
reniegan de su propia sangre, y que dando entrada en su
corazón á los viles sentimientos de la antipatia ó del odio,
sacrifiquen á sus propios hijos: mas, por fortuna de la
humanidad, semejantes padres son fenómenos monstruo-
sos, son aberraciones inverosimiles de la naturaleza, y
para tales fenómenos, no dictan sus preceptos los legis¬
ladores; y si de las madres testadoras se trata, equipara¬
das hoy sabiamente al padre, cuando éste falta, en la po¬
testad, el fenómeno de la perversidad es todavia mas re¬
pugnante é inconcebible, y el peligro del abuso de la li¬
bertad de testar es realmente ilusorio.
Si los legisladores quieren hacer leyes inmortales, que
pasen respetadas á la posteridad, deben inspirarse en las
fuentes purisimas de la naturaleza, que es obra de Dios,
y no puede ser alterada por el hombre sin profanarla. No
olviden á este propósito la sublime sentencia del orador
romano, cuando dijo: Opinionum commenta delet dies,
nature judicia confirmat.
El poder supremo que ejercen se les ha dado para or¬
ranizar la sociedad; pero será vano y efimero si no se
funda en la verdad, y no consagra en las leyes esos prin¬
cipios y sentimientos, que, en expresión del Apôstol de
las Gentes, están grabados por el mismo Dios en el co¬
razón humano.
Reconozco, senores, que hallará no pocos defectos, en
mi discurso, la severa critica: porque asi como las cosas
santas han de tratarse santamente, para tratar cual se
merecen las grandes y sublimes, se necesita la grandeza
y la sublimidad del genio; pero, en cambio de los rigores
de la censura literaria, tengo en mi favor vuestra béne¬
volencia, y cuento también con el voto casi unânime de
los padres justos, de las madres celosas de su dignidad, y
de los hijos nobles y prudentes, que, escuchando la voz
dulce de sus deberes, respetan la justicia y cultivan la
virtud.—HE DICHO.
Max-Planck-Institut für
de Ciencias Morales y Politicas
Real Acader
europäische Rechtsgeschichte