DISCURSO
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propietario debe ser justamente respetada; porque si
para adquirir y aumentar lo adquirido y conservarlo, se
desvela y trabaja, no debe impedirsele que dé à lo que
posee la aplicación que crea más justa y conveniente.
«La gratitud, la amistad, la compasión, el respeto, la
»admiración ligan al propietario con ciertas personas fue¬
»ra del circulo de su parentela; é le hacen distinguir en¬
»tre los individuos de ella, dando á unos preferencia so¬
»bre otros, sin atenerse à la rigorosa escala de mayor o
»menor proximidad. Miras de utilidad pûblica, el deseo
»de perpetuar su nombre, u otros fines, hacen que quiera
»aplicar á un establecimiento, á una obra, una parte de
»sus bienes. En todos estos casos media la voluntad del
»propietario, y es digna de respeto por motivos de équi¬
»dad y de conveniencia. Cuanto más se respete esta vo¬
»luntad, más estimulo tiene el hombre para trabajar;
»pues que, inclinado á pensar en el porvenir de las per¬
»sonas à quienes ama, siente que sus fuerzas se enervan
»y su actividad decae tan pronto como ve senalado un
»limite á la libre disposición de lo que adquière con su
»trabajo.»
Las precedentes lineas las dejó escritas en una de sus
obras el profundo filósofo y concienzudo escritor D. Jai¬
me Balmes (1), gloria de Espana, y cuyo nombre se pro¬
nuncia con respeto en todos los pueblos cultos.
Aceptando las ideas que de las palabras copiadas se
deducen, no puede negarse que todas las trabas que se
pongan al testador limitan su libre acción, enervan sus
fuerzas y disminuyen su actividad; lo cual redunda en
dano notorio del derecho de propiedad, cuya extension se
reduce y cuyo desarrollo se limita.
El distinguido escritor Le Play, que ya antes he cita¬
do, afirma también estas ideas, porque entiende que no
(1) Filosofia Flemental, tomo III, cap. 23, sección 3.
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