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DISCURSO
posición no será integrada unicamente por el factor econó¬
mico, aunque éste sea el que con mayor instancia llame a
nuestras puertas, y que, por tanto, la sociedad del porvenir
no ha de organizarse exclusiva, ni siquiera predominante
mente sobre esta base, como aseguran los portaestandartes
del sistema sindical. No; no puedo resignarme al materialis
mo de esa idea, ni alcanzo a comprender que el hombre de¬
séé conquistar su libertad para trocarse en una máquina
perfeccionada de producción y de consumo, ni concibo la
sociedad dispuesta a modo de taller inmenso, en el que se
excluya, por inûtil y nociva, toda función que no sea de
taller. Será la revolución todo lo intensa que se quiera; aca
barâ con las instituciones actuales, o, mejor dicho, con sus
formas históricas; suprimirá el régimen capitalista, destruira
el Estado, transformarå el Derecho, organizarä el trabajo
sobre otras bases de mayor justicia; pero lo que no podrá ha¬
cer jamás es moldear de nuevo el alma humana, ni inculcar
le un concepto de la utilidad material que sea capâz de ex
tirpar en ella los demás afectos que la ensalzan y ennoble¬
cén. Maravillosos son, sin duda, esos extranos edificios
neoyorquinos que, cual torres de Babel, diriase que preten¬
den escalar el cielo; gigantescas construcciones donde el
trâfago incesante del comercio y de la industria, en conjun
ción con los recursos extraordinarios de la Mecánica moder
na, aturden los sentidos, y en las que no hay segundo ni
silaba ni acción que se reputen aprovechados como no trai
gan consigo un aumento de ganancia; pero después de con¬
templarlas y de reconocer en ellas un testimonio portentoso
del poder del hombre, reconozcamos también que en la vida
tienén misión excelsa que cumplir la vivienda humilde en la
que nacen los sentimientos del amor, del sacrificio y del des¬
intérés; el callado estudio en el que la mente se afana por
descubrir los arcanos de la Naturaleza, las regiones ignora
das de la Historia o las leyes del pensamiento; el taller en
cuyo recinto anima el genio las divinas creaciones del Arte,
y hasta el solitario humilladero que se alza en los bordes
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
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