DISCURSO
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y rebajan, sin animosidad nunca para las personas, lleno de
pena por sus debilidades culpables, deseando ardientemente
que un acierto o una virtud le diesen pie para rectificar su
severidad justiciera.
Esa caracteristica de su temperamento, como por natural
impulso de su espiritu, acertaba a ocupar siempre una acti-
tud de ponderación ante los problemas más complejos y que
mås pudiesen apasionar, que los ponia ya, desde luego, por
virtud del modo sereno de plantearlos, en camino de paz y
resolución. Y esa solución de concordia y armonia era tan
connatural a su modo de ser, que bien puede asegurarse es-
tar su vida entera encaminada a ser instrumento de pacifica-
ción y resolución de conflictos.
Considérese si en pais como el nuestro, en el cual la
intransigencia y la estridencia tienen asegurada la popula-
ridad casi siempre, ro seria providencial la misión de quien
encarnase la tolerancia con autoridad tal, que ya que no le
granjease la popularidad, que nunca buscó ni le halagaba,
tuviese asegurado, a fuerza de bien ganado y merecido, el
general respeto que le acompanó hasta su muerte por todos
llorada.
Esta vocación a la tolerancia informa su vida entera, y no
se apreciarâ nunca bastante cuanto en este respecto le debe
la sociedad espanola.
Ningun politico dió como Azcárate a la tolerancia religio¬
sa, al respeto debido a la conciencia, una delicadeza tan ex
quisita. Nadie sintió tanto como él, con dolorosa pesadum-
bre y repugnancia, las coacciones brutales de unos y las
groseras invectivas de otros, y nadie trabajó con un celo
mås ardiente para la extensión de un estado de opinión que
impusiera una legalidad en armonia con el respeto piadoso
que todos debemos a las creencias de nuestros semejantes,
respetables hasta cuando son erróneas, y quizâ cuando se
creen erróneas, mâs piadosamente respetables para quienes
se consideran en posesión de la verdad.
jCon cuánta emoción invocaba siempre aquel Congreso
Max-Planck-Institut für
ales y Politicas
uropäische
chtsgeschichte