DISCURSO
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En efecto: todos estos preceptos constitucionales están en
vigor, como lo están los que estatuyen las facultades del Po¬
der real; pero tratándose de una Constitución doctrinaria, ar
tificiosa, puesto que se propone conciliar lo inconciliable, la
coexistencia y coparticipación en el poder de dos soberanias,
no se puede formar juicio respecto de cómo se desarrolla la
vida politica del pais ateniéndose al texto constitucional,
pudiendo, por el contrario, anticiparse que la realidad poli¬
tica podrâ ser una u otra, pero nunca la que a la letra en la
Constitución se expresa. Será, pues, monester examinar qué
realidad alcanzan las previsiones constitucionales en cada
caso, para formar idea de la Constitución verdadera de nues-
tro pais, y juicio de la extensión e intensidad del Poder
real. Sólo en vista de esta realidad se podrá luego apreciar
cuál habria de ser la misión del rey en la organización poli¬
tica que las nuevas ideas y las nuevas necesidades ha de im
poner, de un modo o de otro, a todos los pueblos. Porque todo
hace hoy pensar que las formas van a poder ser muy varia
das, en cuanto al aparato externo, en la gobernación de los
pueblos; pero que, en cambio, no podrâ ninguno sustraerse
al contenido substancial de libertad y democracia que invadi¬
râ el mundo, y a ninguno le serâ licito aislarse o dejarse ais
lar por sus conductores; pues ya a éstos se les preguntará
constantemente si hablan a nombre de sus pueblos, y aun se
les exigirá la comprobación. Y esto porque, aparte de la jus
ticia que a todos ya interesa, importa a la tranquilidad de
todos que sean los pueblos los que actuen, y no los califica¬
dos tan exactamente de poderes arbitrarios. Podrâ, pues, es¬
tar todavia en cuestión si prevalecerä la mås perfecta for-
mula de Wilson para la constitución de una Sociedad gene-
ral de las Naciones, o se mantendrâ con mayores garantias
de estabilización pacifica el sistema de las alianzas que pare¬
cia fracasado; o, lo que es mâs probable, un fuerte incontras¬
table nûcleo de alianzas, servirä de base y garantia a la fu-
tura Sociedad internacional; pero, en todo caso, lo indudable
es que las grandes corrientes de opinión regirán los destinos
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