DEL EXCMO. SR. D. LUIS MARICHALAR Y MONREAL
chos, a darles una personalidad moral distinta de la del Es¬
tado propiamente dicho, o sea, del Estado organo de autori¬
dad. Cabe aqui, y de pasada, encajar dos observrciones: una
la de que para que las Empresas pûblicas sean eficaces y
fructiferas, tienen que asimilarse el espiritu individual de
Empresa, lo cual es tanto como proclamar a éste insustitui¬
ble. Asimismo, el peligro de que estas instituciones pûblicas
vengan a constituir un Estado dentro del Estado resulta muy
posible, no sólo segûn ya acredita alguna experiencia de lo
ocurrido con la administración de lineas de ferrocarriles.
sino porque es tendencia humana la de la independencia pro¬
pia y la de la absorción ajena, y seria imposible que cada
servicio pûblico se viera representado o satisfecho por una
entidad desligada de todo vinculo y falta, por consiguiente,
de nexo çon la vida total, que se integra de cada uno de los
servicios o funciones encomendados a las respectivas enti¬
dades de que se trata. Por lo cual, al relacionarla se la con¬
diciona, y por ende se la restringe, que es tanto como coar¬
tar aquel espiritu individual de Empresa que ha de mover¬
las. Por ultimo, en lo referente a la autonomia del personal
vemos surgir la cuestión del sindicalismo, discutiéndose el
carâcter del funcionario cuando deja de pertenecer directa¬
mente al Estado y se convierte en empleado de una Empresa
análoga a las privadas, aunque su función revista un intères
general o pûblico. Vandervelde nos habla de que el tipo
hacia el cual debe evolucionar la organización de las indus¬
trias socializadas no es el de la cooperación de la produccion.
cuvos miembros, no estando asociados sino entre si, lo estan
contra todo el mundo. A su juicio, deberá adoptarse el tipo
de la Cooperativa de consumo, en donde la ültima palabra
corresponde, no al personal, sino a la asamblea general de
cooperadores. Pero esta idea, confusa en teoria, resulta ilu¬
soria en la práctica, y bien lo acreditan sus distingos en orden
a la representación de los ciudadanos, que son los consumi¬
dores, por el director de la Empresa, para venir a parar en
que la colectividad, o sean los consumidores, deberan ser
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