Full text: Redonet López-Dóriga, Luis: Tesis: El trabajo manual en las reglas monásticas

DISOURSO 
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San Esteban (Etienne Harding), que fué el tercer abad, re¬ 
dactó también estatutos 6 constituciones, y tuvo la dicha, el 
afjo 1112 6 1113, de ver llegar á su abadia, con treinta com¬ 
paßeros, al gran San Bernardo, que en 1115 fundó el inmor¬ 
tal monasterio de Claraval. El trabajo fué el eje principal en 
la reforma cisterciense: el mismo San Bernardo, cuya fuerza 
muscular era escasa, se ocupó en las no muy agobiantes la¬ 
bores de cavar en el jardin y de cortar y conducir lena, 
mientras los demás hermanos realizaban tareas tan péhosas 
como la siega y la recolección de los frutos agricolas: en los 
usos, estatutos y recopilaciones, se mantuvo sefialada préfé¬ 
rencia por el trabajo agricola y ganadero con todas sus con¬ 
secuencias y derivaciones. Acaso acierte Vacandard (106) 
cuando comenta à su modo la célebre frase de San Bernar¬ 
do, de que él no habia tenido otros maestros que los robles 
y las hayas, para deducir de su comento, que no se trata de 
amor à la naturaleza, que nada dijo nunça al santo y de la 
que para nada se ocupó, sino de la manifestación figurada 
de que era indicadisimo el silencio del campo, para que el 
monje se recogiese en su meditación interna. El hecho es 
que el insigne fundador de Claraval, frente a su adversario 
y al propio tiempo amigo, Pedro el Venerable, de Cluny, se 
constituyó en campeón del trabajo de manos, particularmen¬ 
te del campestre, llevando á tal punto su ardor en la pole¬ 
mica, que pensó y dijo que vale más escandalizar que sepa¬ 
rarse de la verdad (Melius est ut scandalum oriatur, quam 
veritas reliquantur), cuya frase se ostenta como lema, en uno 
de los libros del trapense Rancé en su empenada disputa 
con Mabillon. 
No se concretó y redujo la controversia clunista-cister¬ 
ciense, á este punto de la regla benedictina (el trabajo ma¬ 
nual), sino que se extendió á otros, también de monta, como 
los vestidos y la comida. No me atreveré á decir con Pedro¬ 
Venerable, á los hijos del Cister, «vosotros alimentais vues¬ 
tro cuerpo de habas, pero vuestro espiritu de orgullo: mas 
vale comer algo de grasa en los alimentos, que llenarse de 
k 
. Real Academia de Ciencias Morales y Polticas 
europäische Rechtsgeschichte
	        
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