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DISCURSO
VII
No incurriré, Sres. Académicos, en la demasia de agra¬
viar vuestra cultura exponiéndoos cuál es la organización
de los Municipios y de sus órganos los Ayuntamientos segun
las disposiciones vigentes. Dando por supuesto el conoci¬
miento de cosa tan sabida y por vosotros imposible de ser
ignorada, haré algunas observaciones acerca de su función
y eficacia. Debo advertir que la expresión «vida municipal»
que he adoptado para indicar el tema de este discurso está
deliberadamente empleada, con objeto de abarcar no sólc
cuanto se refiere à los organismos oficiales, sino á lo que.
estando fuera de ellos, forma parte y es factor docisivo, al
menos importantisima, en la vida y fecundidad del Munici-
pio todo, à saber: de un lado, los Ayuntamientos; de otro la
opinión pûblica y las fuerzas sociales que á la acción de aquél
cooperan y à veces la dificultan.
Apenas se considera con atención la vida municipal, ya
por ser en ella actor, ya por figurar como espectador cerca
no, sorprende la danosa é inevitable confusión existente en
tre las funciones deliberantes ó legislativas y las administra
tivas ó ejecutivas, que integran juntamente el cometido del
Poder municipal. Son los Ayuntamientos, por su inevitablé
composición, Asambleas numerosas en las ciudades impor
tantes. Ejercitando, como es justo, esas Asambleas un podei
legislativo, indebidamente menoscabado por disposiciones
restrictivas emanadas del Poder central, deliberan y trazan
reglas. Si á esto se redujeran, su acción seria beneficiosa, por
que ésta es la materia propia de los cuerpos formados por
abundante nûmero de individuos, ya que en la misma proli¬
jidad de éstos se encierra la garantia de que en la Corpora¬
ción han de verse reflejadas la diversidad de opiniones, la
contradicción de intereses, la multiplicación de aspiraciones,
la contraposición de fuerzas y estados sociales: la compleji¬
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