DISCURSO
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des potencias las beligerantes; porque á más de extenderse
entonces el ârea de las hostilidades y mostrarse on mayoi
escala el dano, los Estados de primer orden, conscientes de
su propia fuerza, no se sienten estimulados de igual mode
que los pueblos débiles al respeto de las reglas juridicas. El
Derecho, que es garantia para el débil, es freno para el fuer¬
te; y el temor que inspiran al uno las conseçuencias de la in¬
fracción no arraiga con vigor parecido en el ánimo del otro,
Quizá por eso deben mås el Derecho internacional y su doc
trina à los pequenos pueblos, interesados en mantenerlo y
temerosos de infringirlo, que à las grandes potencias à cuyc
arbitrio pone estorbos, pero estorbos ante los cuales, supues¬
to lo anormal de la perturbación, no siempre se detiene quien
cree poder, con plena impunidad, arrollarlos.
Fâcil fuera buscar en la historia comprobación de estas
observaciones, sin venir à los actuales momentos, que exigen
todavia una prudente suspensión del juicio. Bloqueos conti
nentales ficticios, como en la época napoleónica, sistemático
desdén del derechode los neutrales, como al final del siglo XVIII.
devastaciones innecesarias de extensos territorios, como en
los dias de Luis XIV, y hasta supresiones de Estados, reco¬
nocidos antes, como sucedió con Polonia, todo eso, en el curso
ó à consecuencia de la guerra, es procodimiento, ya que no
exclusivo, por lo menos preferentemente reservado å la osa¬
dia de los más fuertes.
Y es bien notorio que el principio generador de tantos
males, como el de la indebida apelación á las armas por parte
del beligerante que, sin razón, acude á ellas, si arranca à ve¬
ces de la deficiencia, hábilmente explotada, de las reglas ju
ridicas, mâs comûnmente tiene su raiz en las condiciones de
la actual sociedad de los Estados, incipiente aun como las
primitivas agrupaciones sociales, incapaz de impedir las de¬
masias de los pueblos fuertes y hasta de inspirar á los débi¬
les el propósito firme de una reacción colectiva contra el mal
que à todos amenaza y perturba.
El espectáculo, pues, que hoy se deplora, más bien pro¬
Max-Planck-Institut für
Real Academie
iencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte