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DISCURSO
El quebranto de la autoridad por el halago ó la censura,
es otra de las manifestaciones más salientes de la goberna¬
ción de los pueblos en los dias que vivimos; revelación
olocuente del aislamiento del gobernante y de la falta de
nexo entre las clases gobernadas. Bien se advierte que no
existen organizaciones de clases, de profesiones ni de ofi¬
cios, ni fuertes agrupaciones agricolas, industriales ó mer¬
cantiles. Aparte la solidaridad obrera, hay algunos sindica¬
tos de buena fe creados, pero en su inmensa mayoria desvia¬
dos de su camino, asociaciones más ó menos cientificas que
prácticas en el orden económico, é institutos militares bien
cimentados en la justicia y en las leyes del honor: excoptua¬
das éstas, pudiera decirse que no hay representaciones auto¬
rizadas de los intereses colectivos, y asi ocurre que como ex¬
presión de sus demandas, sólo Ilega à los gobiernos la voz,
no siempre imparcial, dé los representantes en Cortes, ó los
clamores de una pequena parte de opinión más bulliciosa
que razonable, pero apta para una acertada explotación de
sus intérpretes; por donde resulta que para todo problema
que reviste caracteres agudos, porque los crónicos acostum¬
bran å ser sistemâticamente diferidos, el secreto del éxito no
está en la razón de la demanda, sino en la evitación del ries¬
go que conforme á la publicidad puedan tener las soluciones.
Las flaquezas y las excelencias del espiritu, son comunes
à todos los hombres y á todas las razas, desen volviéndose en
mayor ó menor medida, segûn que el grado de cultura y de
educación de los pueblos acierte á dominar las primeras y es¬
timular las segundas con sanciones mâs morales que juridi¬
cas. La vida pûblica tiene como caracteristica una gran falta
de sincoridad en todos los actos, que suelen ajustarse antes
que el verdadero sentir de gobernantes y gobernados, à las
exigencias que en cada instante imponen las necesidades
y las conveniencias colectivas. La educación popular y la
conciencia de la ciudadania, son los grandes reguladores de
los actos directivos, y por eso los pueblos cultos y laboriosos,
organizados y fuertes, no demandan ni toleran deserciones
Max-Planck-Institut für
Politica
uropäische Rechtsgeschichte