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DEL EXCMO. SR. D. RAMÖN FERNÄNDEZ HONTORIA
Uno y otro filósofo consideran la moral sexual como la parte
mâs esencial y profunda de la Etica: «Estoy persuadido—dice
Sorel en su Introducción à la Economia moderna—que no
puede haber fina conciencia juridica en aquellos paises donde
la castidad no esté arraigada en las costumbres: las gentes
no serán justas sino à medida que vayan siendo castas.» Por
ultimo, la austeridad moral y sinceridad del filósofo sindica-
lista se revelan una vez mås en la explicita condenación que
hace de algunos de los procedimientos usados por la Con¬
federación General del Trabajo, à pesar de la gran simpatia
que manifiesta à sus métodos; y esa condenación es terminante
por lo que hace al sabotaje, que á su juicio compromete, no
sólo la dignidad obrera, sino la grandeza futura de la pro¬
ducción socialista (1).
Reconozco que son nobles y levantadas estas ideas; pero
su valor prâctico es muy escaso, como lo es la eficacia de
toda moral laica. El mismo Sorel que las defiende no parece
muy seguro de ellas, cuando como sintesis del capitulo en
que trata de la moral de los productores, en su libro Reflexio¬
nes sobre la violencia, concluye con estas palabras significati¬
vas: «A la violencia deberâ el socialismo los altos valores mo¬
rales por los cuales ha de venir la salvación al mundo moder¬
no»; y lineas mas arriba se lee que, al efecto, es necesario que
los trabajadores tengan la energia suficiente para cerrar el
paso à los corruptores burgueses, respondiendo à sus avan¬
ces con la brutalidad mas inteligible (2). Esa brutalidad inteli¬
gible es la que desplegó la Commune en Paris en 1871, la que
elogiaban aquellos manifiestos de la Internacional que se
suponen redactados por el propio Marx, haciendo la apologia
mâs entusiasta de los salvajes crimenes cometidos por las tur¬
bas anárquicas de la capital francesa.
No; no se concibe la ley moral sino como loy divina abso¬
(1) G. Guy-Grand, La Philosophie syndicaliste. (IV. Tendances mo¬
rales et philosophiques. Nietzscheisme et Syndicalisme.)
(2) Réflexions sur la violence, ch. VII, pâg. 365.
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Max-Planck-Institu
olitica
europäische Rech