DEL EXCMO. SR. D. RAFAEL ALTAMIRA Y CREVEA
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aquéllas. Se necesitan también—y con todo rigor pedagógi
co—para que disminuya el tanto por ciento de los alumnos
que corresponden à cada maestro, ya sea unitario ó de sec¬
ción graduada. Lo fundamental de esta medida está ya reco¬
nocido por todos. Los maestros saben bien que no pueden
realizar una labor fructifera con grupos numerosos de disci¬
pulos, y, salvo algûn extraviado por el interés de las retri¬
buciones (que, naturalmente, crecen á medida que aumenta
la asistencia), ninguno deja de pedir que se reduzça su perso¬
nal de educandos à lo que puede manejar, pedagógicamente.
una persona; los padres de familia lo reconocen igualmente.
porque ven cuánto padece la formación espiritual y moral
de sus hijos en rebano; y la esencialidad de la exigencia es
tal, que hoy constituye el problema palpitante, la más grave
preocupación, en los paises donde, resueltos otros que aqui
aun no hemos resuelto, puede atenderse à lo más intimo de
la Escuela.
Asi en Inglaterra, donde la cuestión se ha planteado en
sus verdaderos términos, haciendo depender de ella—es de¬
cir, de la disminución á un nûmero muy reducido, de los
alumnos correspondientes à cada maestro—el porvenir inte¬
lectual y fisico de la raza. Es preciso—se ha dicho en la
School Board de Londres—que decidamos de una vez si nues
tros hijos han de saber pensar y ser fuertes; y corremos pe¬
ligro de que no logren ni lo uno ni lo otro si continuamos con
los grandes grupos de alumnos. Por de contado, cada cual
Ilama «grande» á un nûmero distinto, en correspondencia
con lo que el espiritu nacional ha profundizado el problema y
con las posibilidades de resolverlo más ó menos ampliamen¬
te. Para los ingleses, hoy (â lo menos, para los que ven con
aquella gravedad el peligro) es grande todo grupo que ex¬
coda de veinticinco (1). Nosotros solemos colocar idealmen
(1) Como se dice en el texto, la cifra del máximo varia en cada pais,
y à veces en cada comarca. En Copenhague es de 30; en la Escuela mo¬
delo del gran Pedagogium, de Jena, de 40. En Inglaterra hay ya Escue¬
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