DEL EXCMO. SR. D. JAVIER UGARTE Y PAGÉS
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Santo Oficio para combatir la herejia?..... Frente á frente
de predicaciones que se dicen redentoras, llevando en su
seno el virus de todos los errores, de todas las concupiscen¬
cias, de todas las maldades, creemos una sociedad vigorosa.
potente, tutelar de todo lo bueno, de todo lo armónico..... Y
habremos vencido. Y no olvidemos que toda organización ha
menester de elementos que la apoyen dentro de las exigen¬
cias del derecho, de la razón, del bien y de la justicia. Por
que en vano se escriben leyes, si el espiritu pûblico, si la ac
ción social no colabora espontáneamente en pro de su cum¬
plimiento. Cuando los pueblos concurren por impulso pro¬
pio à facilitar soluciones de paz, de armonia, de realización
präctica del Derecho, los conflictos se conjuran fácilmente,
la fuerza se hace innecesaria las más de las veces.
En fecha reciente, en el verano de 1909, estalló en Suecia
una de las huelgas más formidables que registra la historia
de las luchas entre el capital y el trabajo. Más de doscientos
mil obreros plantearon resuelta y agresivamente lo que los
americanos Ilaman una shuelga de solidaridad». Todos los
oficios, todas las industrias suspendieron sus tareas. La vida
económica quedó interrumpida durante dos semanas.
Pero los huelguistas encontraron perfectamente organi¬
zados, no ya sólo á los patronos, sino á todos los elementos
defensores del orden y de la normalidad. Un viajero fran¬
cés, que fué testigo presencial de aquel suceso, Mr. Pascal
Fortuny, refirió en Le Temps que los obreros descubrieron
«un soldado en cada almena de la fortaleza capitalista»; en
Stokolmo y en cada una de las demâs ciudades suecas «todo
el mundo se convirtió en obrero para ocupar los puestos
abandonados...... «Yo he visto, anade, à respetables indus
triales recoger por si mismos en automóvil, de dia y de no¬
che, á los heridos, á los enfermos, à las recién paridas, para
transportarlos á los hospitales. Mi cochero era doctor en De¬
recho. Acaudalados comerciantes, que habian cerrado sus es¬
tablecimientos, guardaban las puertas de las oficinas, de los
Bancos, de las redacciones de los periódicos; eran excelen¬
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