DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO GARCIA ALIX
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biera continuado en el ejercicio de su magistratura, la des¬
membración hubiera sido un hecho. Lincoln, por el contra¬
rio, convencido de que la salud de la patria exigia el mante¬
nimiento de la unidad de los Estados dentro de la Confedera
ción, no vaciló, prefirió las contingencias de la lucha, las pe¬
nalidades de la guerra, à comprometer el principio funda¬
mental de la nacionalidad, y vencedor más tarde, conjuró tan
honda crisis manteniendo concentradas las grandes fuerzas y
energias de ese Estado moderno, cuya influencia pesa hoy
tanto en la politica del mundo.
Cuando apartándose del estudio de teorias abstractas, más
para ser examinadas en el silencio del gabinete que para sus¬
tentadas en el ejercicio real del gobierno de los pueblos, exa¬
minamos el desenvolvimiento de los hechos históricos, apli¬
camos à las causas que los determinan un espiritu de fria y
razonada in vestigación, sentimos el convencimiento de que la
salvación de la nave, en la mayor parte de los casos, está más
en la mano experta y firme que lleva el timón, que en las
condiciones más ó menos perfêctas de su arquitectura.
Y si en la sucesión de los tiempos vemos en épocas distin¬
tas, en pueblos diversos, con varias formas de gobierno, re¬
petirse el fenómeno, no es extrano que cada dia más, afirman¬
do mi tesis, deduzca las consecuencias que, no por mero ra¬
ciocinio, sino por realidades tangibles he venido examinando.
He llegado al término de este discurso y he procurado ra¬
zonar en él con completa imparcialidad de juicio. La ciencia
politica descansa ciertamente sobre aquellos principios fun¬
damentales que encarnan y dan vida al derecho politico, pero
es à la vez ciencia de experimentación y de observación que
necesita del poderoso auxilio de los hechos históricos, sin
cuyo conocimiento se corre el peligro de ser arrastrados por
el culto à la teoria, olvidándose del hombre, que es el medio
y en muchos casos el fin de su realización.
Siempre ha sido dificil el arte de gobierno, pero esas difi¬
cultades se acrecientan à medida que el espiritu de rebeldia
y de protesta ha pasado del hecho aislado de las individuali¬
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