DEL DR. D. EDUARDO SANZ Y ESCARTIN
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de todos los que habitan un mismo territorio, una mis-
ma región geográfica, y la acción violenta de la fuerza
guerrera, que fué en las primeras edades de la historia
el principal elemento de organización, produjeron como
consecuencia esas grandes agrupaciones sociales que
constituyen los primitivos Estados en el sentido histó-
rico de la palabra. En estas nuevas colectividades vie¬
nen à fundirse las tradiciones, la experiencia, las cos-
tumbres y hábitos intelectuales de las diferentes tribus
que concurren á su formación.
De la presencia simultánea de estos diversos factores
se desprende ya una regla más general, resultado de
una elaboración superior, fundada en mayor nûmero de
datos, y, por tanto, más humana, más verdadera. La
división de funciones, condición precisa del progreso,
encuentra terreno adecuado; se constituyen las castas;
à la costumbre, regla de acción que corresponde al
grado de desarrollo social precedente, sustituye en gran
parte la ley escrita, comprensiva entonces de toda nor¬
ma, ya en el orden religioso, ya en el moral, ya en el
propiamente juridico. Al elemento casi exclusivamente
natural ó fisico, en que se funda toda la evolución an
terior, se anade un elemento Ilamado à transformar la
lumanidad, la razón influye ya en la marcha de los
sucesos sociales, y, á través de cien errores, prepara el
advenimiento de la justicia y de la libertad.
Las castas cerradas del Oriente y de Egipto se con-
vierten en las clases sociales de Grecia y de Roma. Los
dioses, ávidos de sangre y de sacrificios, de Tiro y de
Babilonia, dejan su puesto al cosmopolitismo religioso
de griegos y romanos. La esclavitud, durisima en los
grandes imperios asiáticos y egipcios, se dulcifica en
ese pueblo humano por excelencia que se llama Grecia,
y en ese imperio juridico por vocación y necesidad
que se llama Roma. En el esclavo de la Odisea, y en el
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
opäische Rechtsgeschichte