DISCURSO
498
las familias estables en lo que hemos visto constituia
la paz de Dios y la paz del soberano, unión principal¬
mente mantenida entre las tres clases directoras men¬
cionadas; el cuidado solicito de los patronos por el pue¬
blo y la confianza y sumisión espontánea que éste, en
justa correspondencia, profesa á aquéllos, y el res¬
peto y sumisión de unos y otros á la religión y à la
soberania; la reserva prudente del clero, en inmis-
cuirse en los intereses del orden temporal, que engen¬
dran fácilmente la discordia, y el menor empleo posi¬
ble de la fuerza pûblica en el ejercicio de la soberania:
Por desgracia, no sólo estas costumbres, sino los prin¬
cipios esenciales de que proceden y dejamos expuestos
aparecen á nuestra vista, no ya parcialmente abando¬
nados en la práctica, como venia sucediendo en las épo¬
ças de corrupción y de decadencia que con las de rege¬
neración y de apogeo forman las fases de la historia,
sino abiertamente negados y combatidos como los cau¬
santes verdaderos de la discordia y del mal social en
el mundo y resueltamente sustituidos con otros desti¬
nados, al decir de sus preconizadores, à producir en
adelante la felicidad y la paz de las sociedades. Estos
nuevos principios, cuyo desenvolvimiento obedece à
causas lógicas y antecedentes históricos conocidos
que aparecen en su fundamento en casi todas las nacio¬
nes, en la segunda mitad del pasado siglo; alcanzan
su principal boga en Francia. Formulados por escri
tores de mérito, entre los que descuella Rousseau.
verdadero definidor, reconocido por todos, de la nueva
doctrina; propagados en los "salones, y adoptados por
la opinión de todas las clases, antes de estallar la revo¬
lución francesa; aplicados por ésta con imperturbable
lógica en todos los órdenes de la vida social, y favoreci¬
dos por ir envueltos en el movimiento legitimo de
reformas sociales y politicas y de progresos materiales
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
uropäische Rechtsgeschichte