DEL EXCMO. SR. MARQUÉS DE PIDAL.
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la organización del trabajo en Europa pudo pasar
sin desquiciarse por perturbaciones económicas tan
grandes como las que trajeron el descubrimiento de
América y el del Cabo de Buena Esperanza, y si en
medio de las exigencias del trabajo moderno, se cuen¬
tan todavia en Europa por miles las grandes fábricas
y establecimientos industriales y comerciales, en que
ni existen las huelgas, ni se conoce el pauperismo, y
reina, por el contrario, la armonia y el bienestar, esto
se debe, no á la aplicación de tal ó cual paliativo, que
puede tener en determinados casos su importancia
secundaria, sino al mantenimiento principalmente de
seis prácticas esenciales de la prosperidad de los talle¬
res, tenidas como inconcusas hasta nuestros tiempos
en todas partes, intimamente relacionadas con el orden
moral y con los principios fundamentales expuestos, y
cuyo rasgo caracteristico, en el que en rigor podrian
resumirse todas, es la permanencia de los vinculos y
contratos entre el obrero y su patrono. En cuanto à
las costumbres sociales, éstas por lo general han venide
à crearse después que por el desarrollo y complicación
de las sociedades, han resultado insuficientes las cos
tumbres privadas, y revisten mil formas diferentes.
varian considerablemente por esta misma complicación
y desarrollo, por el estado de las costumbres, por la
naturaleza del suelo y del clima, por la abundancia de
tierra disponible y por el uso à que el régimen del tra¬
bajo y los transportes destinen el territorio. Pueden
senalarse, sin embargo, entre ellas, como las mâs esen¬
ciales, la constitución de una jerarquia social, necesa
ria para remediar las desigualdades sociales que trae
consigo el desenvolvimiento de las familias y de los
pueblos, jerarquia en la que, bajo distintas formas,
aparecen siempre cuatro grupos esenciales: los patro¬
nos, el pueblo, el clero y los gobernantes; la unión de
TOMO IV.
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
uropäische Rechtsgeschie