Max-Planck-Institut für
europäische Rechtsgeschichte
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CONTESTACIÖN
milia y la del matrimonio, es la causa de la mujer
y la
causa de la mujer es la de los pueblos y de las razas. Pro¬
bad en esa piedra de toque las reformas que se os pro¬
pongan, y desechad todas las que dificulten ó aflojen la
vida de la familia ó tiendan á disminuir el nûmero de los
casamientos.
Cuando la guerra franco-prusiana trasladó á la dere-
cha del Rhin el eje de la politica europea, me resisti te¬
nazmente à admitir las muchas explicaciones que todos
daban de aquel transcendental trastorno, y á reconocer la
exactitud de los cálculos que para el porvenir se hacian,
fundados en la idea de la inferioridad demostrada de la
raza latina. A pesar de la magnitud de la derrota de los
éjercitos del pais vecino, no llegué á ver con claridad
ningun suceso militar en que tres alemanes vencieran á
dos franceses en campo abierto, pues en todos los comba¬
tes, sin excepción, hubo una desproporción numérica
énorme, y no se supo nunca que un batallón alemán
arrollara å la bayoneta å un batallón francés. Y mien-
tras no faltase al individuo su vigoroso espiritu militar,
pareciame que la inferioridad de raza á raza no podia
considerarse como un hecho definitivo, porque las gue¬
rras se sostienen y las victorias se consiguen sumando
dos clases de unidades, soldados y pesetas; y respecto de
estas ultimas, el brillo extraordinario de los triunfos ger-
mânicos no oscureció ni un instante la superioridad por¬
tentosa de la Francia. No decidieron de mi opinión las
maravillas del Estado Mayor prusiano, ni la presencia de
un mapa de la Francia en cada mochila alemana, porque
jamás los pueblos latinos fueron refractarios á los pro¬
gresos de la organización militar: no acepté la idea, tan
extendida entre unos y otros, de que la mûsica de Offen¬
bach habia debilitado el valor individual; no concedi al
maestro de Instrucción primaria ni à los profesores de las
Universidades del otro lado del Rhin el mérito de la vic¬
piticas