Max-Planck-Institut für
auropäische Rechtsgeschichte
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CONTESTACIÖN
en la tierra el unico Dios para el que no ha habido
ateos (1); y á todo detractor del sexo femenino le dirige
este enérgico apóstrofe, que nadie se resiste á obedecer:
«Póstrate à los piés de ese sexo al que debes tu madre (2).»
Las ironias cesan, los sarcasmos enmudecen, la musa de
la sátira pierde su osadia, cuando de la madre se trata.
Desgraciadamente, no basta el amor á veces para sa¬
tisfacer las necesidades de la maternidad; es necesario
además el trabajo de las manos. No bastan el cuidado asi¬
duo, la asistencia continua al lado de la cuna del nino,
la lactancia, la vigilia, el insomnio, el sacrificio de todas
las comodidades y de todos los placeres; se necesita tam¬
bién competir con el hombre en las rudas labores del
campo, en los talleres, en las oficinas, para ganar el sus¬
tento dé los seres amados y el propio. La viudez convier¬
te à la madre en padre de familia, y le impone las tareas
de ambos sexos con el imperioso apremio de la necesidad
implacable. Ya no se trata de los estudios que mejor po¬
drán vigorizar su inteligencia con el solo objeto de la
higiene moral, ó con el de amenizar su trato, ó para
proporcionarle los goces de triunfo literarios ó artisticos;
ni tampoco de derechos á una igualdad exigida en nom¬
bre de la justicia con más ó menos razón. Hay que sos¬
tener con la miseria cuerpo à cuerpo un combate, para
el que faltan las armas adecuadas y las fuerzas que con-
vendria tener. La hija de padres enfermos, la huérfana
de padre que sostiene á su madre anciana, la esposa cuyo
trabajo es preciso para el marido imposibilitado, conocen
esas dificultades; pero son más propias de la viuda sin
rentas y sin auxilio de parientes que vela por la manu-
tención de sus hijos menores.
(1) La mère est ici bas le seul dieu sans athée.—Legouvé: Le mé¬
rite des femmes.
(2) Tombe aux pieds de ce sexe à qui tu dois ta mère, Ibidem:
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas