DEL SENOR CONDE DE TORENO
formara en sus principios, sin conseguir, por cierto, ver¬
daderos resultados, porque la Administración, al pasar de
unas à otras manos, cambiaba de puntos de vista, y no
siempre era benévola con las pretensiones de la Iglesia,
y en los establecimientos oficiales fué precisamente don¬
de se educaron los hombres que más tarde impusieron
sus doctrinas y sus procedimientos al poder pûblico, rom¬
piendo las antiguas barreras, no sólo referentes á la ins¬
trucción, sino cuantas se relacionaban con las demås cues¬
tiones sociales.
Si siempre fué dificil influir de una manera poderosa
en la dirección de los estudios oficiales, en un sentido de¬
terminado; si á lo que en realidad puede llegarse es à su¬
jetarlos dentro de grandes y generales derroteros, que no
choquen ni contradigan los sentimientos y las creencias
del pais, imponiendo la estricta y severa observancia del
respeto debido á las instituciones fundamentales de la na¬
ción, preciso es que la Iglesia, si está en el deber de in¬
tervenir con eficacia en la ilustración de la juventud, que
aqui, como en otras partes, se acoja à los principios sal¬
vadores, ya proclamados por sacerdotes ilustres, y en es¬
pecial por el incansable campeón de la ensenanza en la
vecina Francia, Monsenor Dupanloup.
Este eminente prelado, inspirándose en el espiritu de
su tiempo, del cual nadie era más conocedor, declaraba
en la Asamblea francesa en 1874 que: «Salvo raras ex¬
»cepciones no hay más que una voz para decir que la li¬
»bertad es el unico remedio eficaz, sino inmediato, cierto
»por lo menos, para los males que deploramos todos. La
»libertad darå å la ensenanza mås vida, la abrirå nuevos
»horizontes, la proporcionará nuevos métodos, nuevos
»progresos, una originalidad y una fecundidad que sólo
»à ella pertenecen, y auxilios inesperados (1).»
(1) Sesión de la Asamblea nacional de 4 de Diciembre de 1864.
Max-Planck-Institut für
sy Politicas
auropäische Rechtsgeschichte