475
DEL SR. MARQUES DE MOLINS.
El padre no es más fuera del Cristianismo que el au-
tócrata del hogar: representante en él de la fuerza, duenno
de vida y honra de cuanto en él respira, puede vender la
mujer como la yegua, matar al hijo como al corderillo.
La mujer no es la companera, sino la primera esclava;
no depositaria del honor, sino de la sensualidad, y aun
eso en comun con otras rivales; obedece, sirve, se humi¬
lla ante su companero, sin mandar siquiera sobre el hijo
à quien da el sér.
Este, à su vez, no es libre en su vocacion, ni aun due¬
no de su vida.
El Cristianismo sólo resuelve de un modo contrario esta
parte del problema social.
El Padre, sin dejar de ser Rey, será Maestro, Apóstol,
en cierto modo Mesias, para que engendre no sólo el cuer
po, sino el alma, y para que guie su pequeno pueblo há¬
cia el reino que no tiene limites. No representa la fuer¬
za, representa la Providencia... En el paganismo era el
Dictador; en el Cristianismo poco le lisonjea quien le
llama Rey, puesto que Dios mismo antepone á todos sus
divinos nombres el de Padre.
La Madre participa y comparte su soberania por mis-
teriosa manera; de tal modo que el amor la hace à la vez
soberana y esclava: ella Ileva la triple corona del respe-
to, de la abnegacion y de la maternidad, y la tres veces
remachada cadena del honor, de la religion y del interes.
La dignidad de la doncella cristiana, que no es vendi¬
da à vil precio à la sensualidad de un hombre, sino que
se da ante el altar libremente á un esposo: la santidad
de la esposa cristiana, que no está encerrada como un ani¬
mal indómito y cuya vista puede dar la muerte; que no
comparte con otra el lecho y el pan de su comun sennor,
sino que impera en su compania por derecho propio sobre
el hogar y reina sobre su corazon por conquista de ter-
nura y de amor; la sublimidad, en fin, de la madre cris¬
Max-Planck-Institut für
Real/
ias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte