DISCURSO
312
El individuo está en su esfera particular: anda, tra-
baja y domina su altura, pero á poco de pasar el puerto.
desciende, corre y se precipita. El hombre, perfecto den¬
tro de su sér, no es perfecto en absoluto: aprende y olvi¬
da, adelanta, dejando algo atras; ya se afina y civiliza,
ya se extravia, pervierte y embrutece: gana por un lado
lo que por otro pierde: enmienda un dia lo que el ante-
rior hizo mal, para corregir al siguiente lo mal enmen¬
dado: en suma, mejora tachando, y perfecciona destru¬
yendo.
Eso mismo que palpamos en el individuo, lo vemos mas
de bulto en las colectividades. No se levanta un edificio
iluminado por el sol meridiano, que no deje un lado um-
broso y expuesto à los soplos del cierzo. No surtimos de
agua potable à una poblacion, sin perjudicar mas ó mé¬
nos con las humedades los cimientos y muros de las ca-
sas. Apénas fecundamos con riego abundante una cam-
pina agricola, exponemos á los moradores à calenturas
intermitentes. Inventamos los fósforos en beneficio de los
usos domésticos, y se aprovechan de ellos los ladrones
nocturnos, ó los convierten en tósigo doncellas desaira¬
das. Purificamos el interior de los grandes pueblos con
el sistema de alcantarillas, y tras de perder la agricultu-
ra una suma inmensa de riqueza, abrimos caminos cu-
biertos para los cacos, que atacan la fortuna ajena, y ne-
cesitamos crear rondas subterráneas, que los persigan en
aquellos antros de infeccion. Todo lo que nos toca hacer
es pesar en justa balanza las ventajas y los inconvenien¬
tes, sustraer ó restar; calificando de nocivo lo que dana
más que aprovec ha, y de ûtil lo que sirve mucho más de
lo que perjudica.
No hay nacion que haya dejado de tener su apogeo, su
declinacion y su ocaso. La India ilustró à Egipto; de éste
aprendió Grecia; de Grecia Roma; y Aténas y Roma fue¬
ron el faro luminoso que alumbró la civilizacion europea,
Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte