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DEL SR. D. FERMIN CABALLERO.
mano à una isla desierta, donde à poco da à luz dos ge¬
melos, un nino y una nina. Los amamanta trabajosamen-
te, alimentándose de raices y frutos silvestres, y se queda
desnuda para abrigarlos con retazos de sus haraposos ves¬
tidos. La muerte de la madre los deja huérfanos, cuando
apénas pueden atender á su existencia material; pero sa¬
len adelante y viven. Estos ninos, que no han oido idio-
ma alguno, no tendrán lengua, propiamente dicha; no
sabrán cazar, ni pescar, ni acertarán à cultivar la tierra
porque ni lo aprendieron, ni tienen instrumentos: hasta
Ilegar à poseer, con sus propios medios, los de alimentar¬
se con regularidad, de cubrirse las carnes y de guarecer-
se de las inclemencias del tiempo, se les pasaria la vida.
Supongamos que se propagasen y contaran larga descen¬
dencia y generaciones: ;cuántas sucumbirian ántes de
hallarse en el estado que hoy tienen naciones semi-bar-
baras? Para esos seres, que podemos imaginar sin violen¬
cia, se habrian borrado todas las páginas del libro de la
humanidad, y al cabo de tantos millares de anios, volve¬
rian al comienzo del mundo, como si nada hubiera pa-
sado.
En efecto, privado el hombre de los elementos acumu¬
lados por la colectividad en la serie de los siglos, y siem
pre en el aislamiento individual, ni habria edificado esas
ciudades populosas y opulentas que nos admiran, ni exis¬
tirian esas redes de caminos calzados, que cruzan la tier-
ra en vârias direcciones, ni veriamos con asombro esas
obras titánicas de acueductos, puentes, pirámides y otros
monumentos seculares, que, ni aun contando con la ma¬
quina viviente de millares de peones, capataces, alarifes
y arquitectos, no acertamos à explicar. Tampoco habria
anales, sino centurias, y en vez de historia, sólo tendria¬
mos biografias.
Tan cierto es esto, que, aun reunida la especie humana
en grandes naciones, adclantó poco, miéntras que à las
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Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte