DISCURSO
en toda su ostentacion la pompa de las costumbres orien¬
tales; y miéntras una crueldad brutal sigue amontonan¬
do por do quiera victimas y ruinas, la Iglesia inspira len¬
tamente la mansedumbre, la justicia, la caridad y la ter-
nura, ora haciendo resonar los robustos acentos del arpa
de David y los plannidos de Sion, ora la formidable trom¬
pa de los Profetas que truenan en nombre de Dios y ame¬
nazan con sus iras al injusto, al cruel, al opresor, al in¬
humano y al criminal de cualquier rango.
La idea de Dios se habia oscurecido; pero la Iglesia la
presenta grande y luminosa. Ya no era Dios una pasion
divinizada; no un emblema que simbolizase la fecundi¬
dad de la tierra, ni el exagerado retrato de un conquis-
tador: era un Sér infinito, cuya palabra crió el mundo, y
cuya sabiduria le gobierna; era el Sér de la pujanza, que
estremece con su voz el Orbe, y recorre su circunferencia
sobre la tempestad y el torbellino; era el mismo que ha-
blando en los libros santos, hace que enmudezca la cien-
cia del mortal. Retumba la voz del Cielo, y la tierra tiem¬
bla y calla: el nûmen de la persuasion está sentado en
los labios del Profeta, y cuando habla el inspirado, es su
palabra el rayo, es la ira de Dios que toca los montes y
humean, y que enviando su aliento abrasador sobre los
imperios de la tierra, los devora como una paja: que man¬
da y es obedecido; á los hombres que se postren, á los
siglos que marchen, á los astros que hagan alto, à los
destinos que se cumplan. A esta idea de Dios, que el
Cristianismo inspira å los bárbaros invasores, anade otra
muy capital, la del hombre hasta entónces envilecido. No
era ya un sér abyecto y degradado, sino una criatura so-
bre quien estaban siempre fijas las miradas del Excelso.
La sociedad, arena ensangrentada, donde unas manadas
de esclavos degollaban á las otras, era representada por la
moral cristiana como una reunion esencialmente pacifi-
ca, unida con fuertes lazos que arrancan del Trono mismo
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les y Politicas
europäische Rechtsgeschichte