CONTESTACION
na, lo ofrece, más como preservativo saludable, que como
riguroso castigo del egoismo, raiz y origen de todos los
pecados y de todos los delitos.
Dos grandes bellezas resplandecen en el interior del
hombre, la razon y el amor, que iluminan y fecundizan
la vida del hombre; pues dentro de estos dos grandes do¬
nes de su Criador, ingiere el hombre, degradado por la
culpa, dos ingratitudes lamentables, dos egoismos sub¬
versivos, que introducen el desórden y la descomposicion
en su inteligencia y en su voluntad, extraviando ésta y
oscureciendo aquélla, en mengua y dano de su libertad
verdadera, y de la union feliz con su Dios y con sus se-
mejantes.
El egoismo es el error, y és el mal. Es el amor des¬
ordenado, hasta el olvido, y desprecio de lo que no es
nuestra propia personalidad; hasta el olvido y desprecio
del órden, del bien y de la justicia. Para no condenar el
egoismo, los sofistas modernos han negado el mal, y han
ensenado que el bien y el mal no son tan opuestos, como
muchos piensan. Pero doctores eminentes han escrito,
que el egoismo no sólo es el mal, sino el primer enemi¬
go del hombre, que se devora á si mismo y trastorna todo
vinculo y relacion social.
El egoismo del espiritu es el primero y el más terrible
de los egoismos, como la inteligencia es la primera y mas
elevada de las facultades humanas. El egoismo del espi¬
ritu, es el orgullo; es decir, el abuso de la luz, que la os¬
curece y la limita à la muy débil razon individual. Del
orgullo nacen los extranos fenómenos intelectuales, que
nos sorprenden en la vanidad cientifica de nuestro siglo:
el orgullo es esa insaciable sed de honores, distinciones
y dignidades, que excitan las discordias, las rivalidades,
y todas las ambiciones: el orgullo es la causa de esta dis¬
persion, de este aislamiento, de este individualismo cien-
tifico, que desde los primeros dias de la pubertad intelec¬
Max-Planck-Institut für
rales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte