DISCURSO
pre distingue á las almas generosas. Es lo unico que pue¬
de hoy vigorizar mis potencias, agrandar mi fantasia y
estimularme à cumplir, como me sea posible, la disposi¬
cion del Reglamento.
Entre los varios objetos que en el extenso circulo de
las ciencias morales y politicas se me han ofrecido para
disertar en este dia, he aceptado la tésis siguiente: — «LA
MORAL CRISTIANA HA SIDO EL PODEROSO ELEMENTO DE NUES¬
TRA CIVILIZACION: LA MORAL FILOSÖFICA, POR SI SOLA, ERA
IMPOTENTE».
Conocido es el cuadro sombrio de la antigua sociedad
en cuyo seno vino á nacer el Cristianismo: cubierta de
bellas apariencias, ofrecia la imágen de la corrupcion
mås hedionda; la moral sin cimiento, las pasiones sin
freno, sin correctivo el amor propio, las costumbres sin
pudor, la propiedad sin garantia, los derechos sin apoyo.
las leyes sin sancion, sin vinculos la familia, sin digni¬
dad el individuo, sin fuerza la autoridad y las ideas flo-
tantes à merced del fanatismo. Las grandes nociones de
Dios, de una Providencia vigilante, de una misericordia
consoladora, de una justicia futura; eran un abismo de
tinieblas. La falta de respeto al hombre como tal, era ab-
soluta: el individuo estaba aniquilado ante el poder ater-
rador que se decia representar à la sociedad; las dos ter¬
ceras partes de ella se hallaban acorraladas bajo el látige
sangriento de la esclavitud; la sangre humana corria à
torrentes para embriagar de placer á la sociedad más cul¬
ta en repugnantes espectáculos; los ninos eran capricho¬
samente sacrificados, las jóvenes impunemente violadas,
los deberes de la union conyugal desconocidos y los des¬
graciados de ambos sexos no hallaban asilo en parte al¬
guna. La humildad, el desprendimiento, la abnegacion.
la mansedumbre, la templanza, la caridad, la pobreza
voluntaria, la continencia y el perdon de las injurias,
interesantisimos elementos para la vida social, eran ob-
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