un Estado firme, resistente, próspero y poderoso, que mantenga el orden,
la paz y el bien comun a salvo de tormentosas conmociones.
Con roquennos sillares aptamente dispuestos y unidos se tiene en pie
un Estado, y no con movedizas arenas, es decir, con la misma roca,
pero cuyos elementos, por falta de solidaridad, se han disgregado. Es
más fácil mover la arena suelta que los sólidos sillares. La emocion de
las masas es elemento imprescindible en la vida nacional, pero no puéde
ser el preponderante y decisivo, porque es más dócil a la elocuencia
apasionada que a la serena reflexión; y a ésta, no a aquélla, estan vin¬
culados los aciertos.
El gran progreso politico de nuestros tiempos suele cifrarse en que
de las manos del absolutismo ha pasado el gobierno a las de los ciudada¬
nos; pero ese es, al mismo tiempo, nuestro mal, porque los ciudadanos
gobernantes, que deben ser los más peritos en la dificil arte de la poli¬
tica, se ven privados del asesoramiento y de la ponderacion moderado¬
ra que deberian darle las organizaciones representantes de los diversos
intereses colectivos; y en cambio están sometidos a la contraposicion de
criterios sostenidos por pasiones enardecidas, cuando no a los intereses
egoistas, no siempre elevados, de los partidos politicos, que, atentos mas
que a nada a la conquista del poder, producen, salvo honrosas y no es¬
casas, pero si estériles excepciones, el encumbramiento de la incom¬
petencia, de tal suerte que hay que alabar como un bien el grave mal
de la inestabilidad en el gobierno.
La politica social tiene que dedicarse a reconstruir las corpora¬
ciones'
(73).
Claro es que "tratándose de dar vida a organismos muertos en épo¬
cas de estado económico muy anterior al actual, no puede, sin imperi¬
cia, pretenderse que vuelvan a la luz los mismos organismos con las
mismas idénticas modalidades que antes tenian. Supondria en teoria un
craso error de táctica, y en la práctica una imposibilidad de realización.
Lo que en ellos hay que buscar es el espiritu; es el gérmen benéfico
de paz social encerrado en aquellas organizaciones mixtas tan prove¬
chosas a la Europa medioeval; sobre todo el espiritu de concordia que
vivió entonces, y que hay que hacer revivir hoy para el mejor y más
pacifico desarrollo de la vida social" (74).
(73) Pio XI, Enciclica Quadragesimo Anno.
(74) JOAQUfN AZPIAZU; El Estado Corporativo. Madrid. 1934. pág. 134.
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte