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colectividad, ni ésta, que es bien de todos, ha de estar a merced de los
caprichos y mal entendidos intereses de aquélla. Viven la una para la
otra; el bien individual se ordena al bien comun, pero éste no se logra
más que en el bien de los individuos. Son bienes solidarios el del particu¬
lar y el de la comunidad, y es gravisimo error creerlos antagónicos.
Educar en el espiritu de esa solidaridad, de esa armonización de am¬
bos bienes, y en el deber de atenerse a ambos fines impuestos por la na¬
turaleza, el individual y el social, será preparar una sociedad bien or¬
denada.
Sólo cuando se tiene acertado concepto tanto del propio bien perso-
nal como del bien comun, nos aparecen ambos unidos y compenetrados:
pero cuando o los vanos espejismos, en que son tan fecundos la igno¬
rancia, el error y los extravios del egoismo, nos hacen ver nuestro bien
donde en realidad no está; o, por otra parte, las parcialidades sectarias,
los apasionamientos politicos, la falta de capacidad para gobernar cum¬
plidamente el Estado (un Estado iluso que pretende Ilenar para todos
los fines de la vida humana el vacio que han dejado las extinguidas cor¬
poraciones tradicionales), o la maldad o la inexperiencia malogran el
bien comun; entonces aparecen muy opuestos éste y el individual; para
evitar aquellos dos extravios; para que el individuo se eduque en el vi¬
vir colectivo en los diversos órdenes de la vida; para que dentro de la
esfera habitual de cada profesión se someta el egoismo a la solidari¬
dad ; para freno de desbocadas ambiciones y mutua ayuda en los ordina¬
rios menesteres, es indispensable que entre el individuo y el Estado
exista un tejido de asociaciones intermedias, de todo género, pero es-
pecialmente las profesionales, que además robustezcan el Estado dándo¬
le contextura mas sólida, que lo asesoren e impulsen, hablando a los
gobernantes en nombre de intereses colectivos y de realidades prácticas,
representando mas genuinamente a la Nación en las deliberaciones de
los poderes publicos, y formando la sólida base sobre la que se asiente
contraria, obran contra naturaleza y contra todo ordenamiento y finalidad; por
lo cual entran en decadencia. "En aquellos tiempos en que Roma senoreaba todo
el mundo, amaban los romanos la comûn utilidad, y por eso Roma tenia poder
para dominar todo el mundo, al cual poseyó largamente, porque amaban la co-
mün utilidad; y tan pronto como aquella comun utilidad fué escindida..., en
cuanto cada uno amó más el bien propio que el comûn, perdió Roma el poder.
fué en decadencia". (RAMóN LULL; Libre de Sancta Maria. Prólogo; nûmeros 17
y 15. Edic. Galmés, Palma de Mallorca, 1915.)
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte