VIII
La incubación filosófica del fascismo
El pensamiento complicador
del siglo XIX
Al abordar el primero de los tres temas indicados quie¬
ro declarar paladinamente el objeto que persigo. El ideai
seria que todo expositor fuera elaborando su pensamien¬
to sin parti pris, de tal manera que para el pûblico, lo
mismo que para él, el resultado más o menos estimable a
que se pudiera llegar contuviera un elemento de espon¬
taneidad, de novedad y de sorpresa que acreceria sin
duda su fuerza de atracción. En la práctica, la concilia¬
ción de las exigencias lógicas de la exposición con sus
exigencias pedagógicas y estéticas tropieza con tantos
inconvenientes que, cuando no brota por sil misma de
una de esas dificiles facilidades, patrimonio de algunas
naturalezas privilegiadas, más vale desechar de antema¬
no toda pretensión de lograrla. Vale más resignarse y a
la vez correr los riesgos de la ingenuidad y de la senci¬
llez. Todo, incluso la aridez y la sequedad de estilo, es
preferible al recurso a cualquiera de los artificios que han
vulgarizado la Pedagogia o el arte literario para dar una
sensación de naturalidad en el proceso de la compren¬
sión de la verdad que realmente no existe.
Tales artificios serian, además, imperdonables ante
un auditorio escogido entre los ciudadanos más doctos.
Lo que me propongo en esta parte de mi exposición
Max-Planck-Institut für
de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte