haya tenido origen fuera del liberalismo. Si quisiéramos aducir un ejem¬
plo nacional (aparte los muchos que ofrece la historia de otros pueblos)
y lo buscáramos en la historia misma de nuestra Academia, bastaria con
acordarnos de AZCARATE, en quien el sentido social de la vida fué tan
agudo y entranable y que, sin embargo, resumió en si todas las caracteris¬
ticas del liberal de aquel siglo. ZozaYa, pues, no rectifica lo más minimo
su liberalismo (y claro es que en todo esto me contraigo siempre, por sin¬
cero respeto al sitio y a la ocasión en que lo digo, al campo doctrinal,
cientifico, en que aqui debemos movernos exclusivamente) al repugnar el
individualismo que acompano a esa doctrina politica desde fines del si¬
glo XVIII. Pero aun en esto es necesario a mi juicio, y por consideración
a la verdad precisa, que es la unica verdad cientifica, hacer algunas dis¬
tinciones.
En primer lugar, el individualismo no es un predicado necesario del
liberalismo histórico de los siglos XVIII y XIX. Por otra parte, una cosa
es la concepción de los Estados y las naciones como sumas de individuos,
y otra el endiosamiento de éstos y su estimación exclusiva como sujetos
del Derecho y centros de la vida politica y social: aunque parezca claro
que lo primero podia Ilevar, con más o menos fuerza, a lo segundo, y
ser un hecho bien conocido que el mismo ROUSSEAU era, a pesar de todo
su liberalismo, un perfecto egoista, como, a su manera, lo fué también
GOETHE.
La realidad histórica parece haber sido ni más ni menos que liberalis¬
mo (sigo refiriéndome al que podriamos llamar «clásico», el del XVIII y
el XIX) e individualismo son hechos que coexistieron entonces y que el
segundo se aprovechó del otro para prosperar. Pero el individualismo es
cosa mucho más antigua que el liberalismo, aunque éste lo pensemos (se¬
gun antes dije citando a MURRAY BUTLER) como hecho anterior al si¬
glo XVIII. De igual modo puede afirmarse que el individualismo se ha
producido en la historia independientemente del liberalismo y hasta por
fuera de él. Buena prueba de ello es que hoy mismo, en plena socializa¬
ción de la vida politica y en frecuente ausencia de libertad de ese género,
el individualismo reina en todas partes y, a partir de 1918, se muestra más
duro, inclemente y agrio que nunca. Si miramos al fondo de la vida actual,
veremos que nuestra enfermedad presente más aguda es la del egoismo,
superlativo del individualismo, lo mismo en las naciones de régimen libe¬
ral que en las que no lo poseen. La misma actividad social de ahora, fe¬
bril, exageradamente especializada muchas veces, y en que cada cual
quiere-vivir su propia vida», hiera o no la de quienes más cerca de ella
se encuentran, viene a fomentar ese individualismo, encajonando intelec¬
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
ppäische Rechtsgeschichte