lera acelerada, como progresos en el anhelo que do¬
mina al hombre de acortar las distancias espaciales,
haciendo grandes velocidades para Ilegar pronto a
donde se proponga. Sin duda, esta idea del progreso
parece clara en cuanto signifique el dominio de las
fuerzas naturales. Pero, jes humano elevar a criterio
general del progreso el que supone semejante domi¬
nio y la utilización consiguiente—técnica—de esas
fuerzas dominadas? Ya en el orden estético no pare-
ce tan clara esa noción del progreso. jQuién es capaz
de hacer una escultura superior, mejor que las de
Fidias, ni engendrar un tipo superior al Quijote, ni
superar el ejemplo de Cristo?
Dificultades muy serias se oponen a la elabora¬
ción de una noción sintética del progreso humano, en
la que desempenaran su función propia coordenada o
subordinada las diversas concreciones de avances y
céxitos» que se reputan «progresos». Y no ayuda
en semejante empeno, que el senor Morente realiza
de magistral modo, la actitud hoy general del espi¬
ritu de las gentes, tan desquiciadas frente a la
complejidad creciente de la vida social, tan trabajada
y debilitada por obra de las indecisiones éticas rei-
nantes, las disociaciones morales notorias y, los evi¬
dentes desconciertos estéticos y las desconcertantes
desorientaciones politicas.
Impera hoy, de modo general, una idea de pro¬
greso, en la que desempenan un papel, a veces harto
humilde, los valores que deberian ser preponderantes,
los valores morales. Se oponen a la necesaria y ur-
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Max-Planck-Institut für
iencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte