ca de la máquina y del aparato. Y hasta que las cien¬
cias de la naturaleza no regresen de sus viajes de ex-
ploración por los espacios cósmicos y las intimidades
atómicas, no será posible reanudar la serie de las in¬
venciones técnicas, que tanto entusiasmo suscitan en
el filisteo de la cultura. Por algûn tiempo, pues, des¬
pidase el hombre-masa de las grandes sorpresas; po¬
drán venir perleccionamientos de aparatos ya existen¬
tes, al menos en esquema; podrán hallarse aplicacio¬
nes de conocimientos ya logrados. Pero en las comar-
cas en donde la fisica actual ha instalado su domici¬
lio, no hay posibilidad de que afirme sus plantas la
técnica humana, necesariamente atenida a objetos ma¬
nejables, de dimensiones euclidianas.
En cambio, las ciencias biológicas por una parte
y las ciencias morales y politicas—o como suele de-
cirse, sociales—por otra, me parecen destinadas a un
inmediato futuro de lecundas aplicaciones técnicas.
Creo firmemente que los inventos más grandes de las
generaciones venideras han de verificarse en el cam¬
po de la biologia y en el de la convivencia social.
La vida individual y colectiva ha sido hasta ahora
más bien objeto de pura contemplación y conocimien-
to que de intervención técnica y experimental. El
gobierno de los cuerpos ha estado ultimamente a car-
go de los médicos, quienes, con plausible abstencio-
nismo, más han atendido a prevenir que a enmendar
y más han cuidado de evitar obstáculos en la natural
tendencia al restablecimiento, que de forzar artificial¬
mente el curso de la vida. En este sentido puede de-
cirse que la ciencia biológica ha aumentado mucho
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Max-Planck-Institut für
ncias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte