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valer, cuando no a su honra, que tienen siempre
acogida favorable, o al menos regocijada, en el
publico, y que frecuentemente trasponen las
fronteras, con bien poca ventaja del prestigio
nacional.
Como elemento gobernante hállase también
en disputa el Parlamento, en el cual algunos quie¬
ren ver sólo los excesos y extravios. Empieza por
suponerse que los Gobiernos lo fabriçan a su
completo antojo, cuando llevamos muy repeti¬
dos ejemplos de graves contrariedades electora¬
les para aquéllos, y se olvida que, cualesquiera
que sean las impurezas de la elección, no hay an¬
sia nacional ni interés herido que no tenga alli
su éco, como se pasa también por alto cuanto
significa la sola circunstancia de que los gober¬
nantes sientan la necesidad de exponer y defen¬
der su obra en medio de celosos, inteligentes y
a veces enconados censores.
Y para que ningûn elemento de gobierno
quede vivo, han caido también algunos en la ex¬
travagancia de declarar nociva la existencia de
los grandes partidos politicos, que siempre se
habian tenido por indispensables para el prove¬
choso funcionamiento del régimen parlamen¬
tario, y convenientisimos para el de todo Go¬
bierno. Dijérase que los partidos de una nación
determinada en un determinado momento de su
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Real
lemia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte