ocupa. Si de este modo fuera, a buen seguro que vosotros y
vo encontrariamos delectación y ensenanzas singulares en el
estudio de la personalidad de D. Eduardo Dato, y que en ello
nos asistiria Espana entera, porque Dato, que fué politico y
jurisconsultoy sociólogo, fué ante todo y sobre todo dos cosas
que hacen vibrar siempre con simpatia nuestras almas meri¬
dionales: fué caballero y fué bueno.
Azares de la vida politica hicieron que desde el sitial de
la Presidencia del Congreso, cuando acababa de consumarse
aquella inesperada tragedia, y después desde la presidencia
de un Circulo politico en la que fui llamado a reemplazarle,
hubiese de elevar mi voz para enaltecer las cualidades de
Dato, apreciadas por mi en la convivencia diaria y en la amis¬
tad cordial. De lo que en ambas ocasiones dije puedo haceros
ofrenda, porque sé que todos fuisteis amigos del glorioso ase¬
sinado, y porque me consta que en la vida de preocupaciones
y responsabilidades que va siempre anexa a las cumbres po¬
liticas, esta Academia fué para Dato un verdadero oasis, en
el que, asomándose su espiritu a los celajes claros de la doc¬
trina pura, reposaba de amarguras y decepciones que de or¬
dinario atormentan la existencia del hombre püblico.
Para lo que vive en el corazón — ha dicho Alfonso Karr —.
la unica verdadera muerte es ol olvido, y por eso, aunque yo
ocupe hoy el sillón de Dato y su medalla quede pendiente de
mi cuello, puedo asegurar que Dato seguirá entre nosotros,
porque aqui ha de perdurar su recuerdo, como gran enamo¬
rado de la justicia social, como espiritu selecto y distinguido,
siempre anheloso de servir a su patria, como ejemplo de ade¬
cuación perfecta entre la vida y la muerte. A su memoria que¬
daron vinculadas para siempre representaciones espirituales
nobilisimas; y fué tan cultivada su mentalidad, que con sólo
trabajar en la cantera politico-social que él iniciara en Espa¬
na, hay labor para varios partidos politicos y seguramente-
para mås de una generación.
Dato tuvo origenes modestos, siendo un ejemplo más de
cómo en los regimenes de verdadera democracia no están ce¬
rradas al feliz consorcio del talento y la voluntad, las más altas¬
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Policas
europäische Rechtsgeschichte