SENORES:
Llego ante vosotros profundamente penetrado del senti¬
miento de respeto y gratitud que os debo: respeto, porque
sois senado ilustre de tradiciones esclarecidas, en el que hubo
siempre, y hay ahora, las más poderosas mentalidades que
descollaron en Politica y Jurisprudencia, en Moral y en De¬
recho, y no hay nada que ompequenezca tanto a los indivi¬
duos como su comparecencia personal ante una colectividad
cientifica; gratitud acentuada, porque habéis tenido a bien
designarme, para ocupar) la vacante producida en vuestro
seno al ser arrebatado de la vida, vil e infamemente, aquel
ilustre hombre pûblico que se llamó D. Eduardo Dato.
Todo ello acuciaba mi ánimo y estimulaba mi pluma para
cumplir el deber de redactar el discurso reglamentario, y si
antes no lo hice, son las causas del retraso tan notorias, que
espero me disculpéis, comprendiendo que, en espiritu, estuve
con vosotros desde el instante que me olegisteis.
Y ya que va moviéndose la pluma con espontánea since-
ridad, fotografiando mis sentimientos, permitidme que, no
por deber protocolario, sino para dar satisfacción a intimi¬
dades de mi propio ser, dedique algunas páginas a evocar
en vosotros el recuerdo de mi antecesor, legatario con su in¬
molación ante la causa del orden, de la vacante que ocupo,
siendo ello tan ajeno, segûn os digo, a deberes de ritualismo,
que precisamente lo que en el caso presente hay que lamen¬
tar, es que no se acostumbre en nuestras Academias, cual es
de rigor en la francesa, dedicar todo el discurso del reci¬
piendario al estudio del académico fallecido cuyo puesto se
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Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte