Pero jay! que si la elocuencia daba grandes frutos, no es
menos cierto que el prestigio del Parlamento iba declinan¬
do. Los tumultos se hacian más frecuentes, las recriminacio
nes más agrias, la autoridad presidencial más discutida, le
indisciplina más notada. Y asi, el Sr. Sagasta decia bajo si
primer Gabinete de la Restauración al General Lôpez Do¬
minguez, que le presentaba un capitulo de enojos y agravios
de su tio el Duque de la Torre:— «;Dispongo yo acaso de le
mavoria? Ahi estä el triunfo de Romero Robledo que dice lo
contrario. Lo que hay aqui es una mayoria sin Gobierno y un
Gobierno sin mayoria.»
No pueden suscribirse los juicios severisimos que un mo¬
derno y culto historiador ha tenido para los Parlamentos es¬
panoles de la Regencia, acusándolos de haberse trocado de
representación nacional en casino politico, cuando no en ter¬
tulia familiar (1); pero es lo cierto, que aun cuando en todas y
cada una de las legislaturas de esas Cortes pueden senalarse
debates de altura, en que unos cuantos oradores rayaron à
muy elevado nivel, en general las Cortes no representaban la
opinión püblica por ser legión, segûn el propio historiador
reconoce, «los pusilánimes, los apáticos, los egoistas, los igno¬
rantes, los desenganados y los escépticos, que rehuian cual¬
quier intervención en la cosa pûblica, estimaban ajenos todos
los asuntos generales y reputaban la cura de ellos como in¬
cumbencia privativa de los politicos» (2), y esto hacia que no
fuesen expresión de máxima competencia, ni máximo intères
que la función fiscalizadora se rebajase de nivel para dégé¬
(1) Gabriel Maura y Gamazo, Historia critica del reinado de Don
Alfonso XIII, durante su menoridad bajo la regencia de su madre Dond
Maria Cristina de Austria.— -Salvo alguna pareja matrimonial en viaje
de novios, algun turista o algun cándido, no acudian los espectadores à
las tribunas del Senado o del Congreso sino para presenciar asaltos de
elocuencia, interesantes hasta el regodeo cuando el amor propio de los con¬
tendientes quitaba a las armas de la dialéctica el botón de la cortesia, o¬
la sana politica afilaba y aun envenenaba las puntas; emocionantes hastä
la congoja cuando el asaltante era todo un partido y lo asaltado el banco
azul.»
(2) Ob. cit., pâg. 15.
Max-Planck-Institut für
a de Ciencias Morales y Politicas
Real
europäische Rechtsgeschichte