Full text: Sánchez Guerra, José: ¬La crisis del régimen parlamentario en España: la opinión y los partidos

Pero jay! que si la elocuencia daba grandes frutos, no es 
menos cierto que el prestigio del Parlamento iba declinan¬ 
do. Los tumultos se hacian más frecuentes, las recriminacio 
nes más agrias, la autoridad presidencial más discutida, le 
indisciplina más notada. Y asi, el Sr. Sagasta decia bajo si 
primer Gabinete de la Restauración al General Lôpez Do¬ 
minguez, que le presentaba un capitulo de enojos y agravios 
de su tio el Duque de la Torre:— «;Dispongo yo acaso de le 
mavoria? Ahi estä el triunfo de Romero Robledo que dice lo 
contrario. Lo que hay aqui es una mayoria sin Gobierno y un 
Gobierno sin mayoria.» 
No pueden suscribirse los juicios severisimos que un mo¬ 
derno y culto historiador ha tenido para los Parlamentos es¬ 
panoles de la Regencia, acusándolos de haberse trocado de 
representación nacional en casino politico, cuando no en ter¬ 
tulia familiar (1); pero es lo cierto, que aun cuando en todas y 
cada una de las legislaturas de esas Cortes pueden senalarse 
debates de altura, en que unos cuantos oradores rayaron à 
muy elevado nivel, en general las Cortes no representaban la 
opinión püblica por ser legión, segûn el propio historiador 
reconoce, «los pusilánimes, los apáticos, los egoistas, los igno¬ 
rantes, los desenganados y los escépticos, que rehuian cual¬ 
quier intervención en la cosa pûblica, estimaban ajenos todos 
los asuntos generales y reputaban la cura de ellos como in¬ 
cumbencia privativa de los politicos» (2), y esto hacia que no 
fuesen expresión de máxima competencia, ni máximo intères 
que la función fiscalizadora se rebajase de nivel para dégé¬ 
(1) Gabriel Maura y Gamazo, Historia critica del reinado de Don 
Alfonso XIII, durante su menoridad bajo la regencia de su madre Dond 
Maria Cristina de Austria.— -Salvo alguna pareja matrimonial en viaje 
de novios, algun turista o algun cándido, no acudian los espectadores à 
las tribunas del Senado o del Congreso sino para presenciar asaltos de 
elocuencia, interesantes hasta el regodeo cuando el amor propio de los con¬ 
tendientes quitaba a las armas de la dialéctica el botón de la cortesia, o¬ 
la sana politica afilaba y aun envenenaba las puntas; emocionantes hastä 
la congoja cuando el asaltante era todo un partido y lo asaltado el banco 
azul.» 
(2) Ob. cit., pâg. 15. 
Max-Planck-Institut für 
a de Ciencias Morales y Politicas 
Real 
europäische Rechtsgeschichte
	        
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