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III
No me lleva mi amor al Parlamento a colocar sus origenes
histöricos, cual Gibson y Robertson, en las tribus salvajes, o
à decir con Montesquieu (1) que ce beau système a été trouvé
dans les bois. El sistema representativo primero, y el parla¬
mentario después, no han nacido de repente, de un modo
acabado y completo, como Minerva de Jupiter, sino que han
sido producto de una elaboración histórica que no puede
décirse cômo se inicia, y que va modelándose a compás de
las circunstancias. Gladstone, hablando de la Constitución
inglesa, la verdadera cuna del Parlamento moderno, por to¬
dos tan admirada, dijo que no era el resultado de un concop¬
to filosófico o la realización de un principio abstracto, sino
un conjunto armónico de fuerzas infinitas e invisibles (2).
En ese proceso de formación del sistema parlamentario
posée nuestro pais titulos legitimos y rancios. Os hago gra¬
cia, porque bien conocidas os son las caracteristicas históri¬
cas de ello, de aquel espiritu de libertad ingénito palpitante
en las Asambleas visigodas, testimonio de un deseo de inter¬
venciôn del pueblo en los más graves asuntos del Estado;
paso por alto también la significación y alcance de los Con¬
cilios de Toledo, acerça de los cuales tanto se ha discutido.
estimändolos unos (P. Flórez, Cabanilles, doctor Aguirre,
Senpere, Barrio y Mier) como asambleas meramente religio¬
sas; otros (Martinez Marina) como asambleas politicas, ver¬
daderos Estados Generales de la Nación, y algunos, en fin
(Ambrosio de Morales, el P. Mariana, Lafuente, Pidal, Ante¬
quera, Colmeiro, Danvila, Santamaria de Paredes), como
(1) Espiritu de las leyes, lib. XL, cap. VI.
(2) Kin beyond sea, påg. 50.
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte