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ción llegue. En definitiva, todo el problema es la lucha entre
dos Espanas. Hay una que resueltamente dice: «Obrad, para
»que Espana viva.» Es la voz del egoismo la que a menudo
responde: «Dejad que vivamos tranquilos nosotros.» Yo creo
que sólo se trata de averiguar si Espana quiere. Que Espanna
quiera con voluntad enérgica, perseverante y vigorosa, y
el milagro quedará hecho» (Senado: sesión de 14 de Diciem¬
bre de 1921).
A que Espana «quiera» y a que «el milagro» impere, se
dirigen las solicitaciones nobilisimas en que abundan los
discursos y los escritos del nuevo companero, y consagra
él su también enérgica, perseverante y vigorosa voluntad.
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Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
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