actuación legal, no invitan ciertamente al elogio ni a la con-
veniencia de generalizar su expansión, lo propio revela la
experienoia de lo que ha sucedido cuando el Estado o ad¬
ministra lo que le es privativo o se lanza a la «industriali-
zación» de determinados servicios situados dentro de la es¬
fera de acción de la industria e iniciativa privadas.
Lord Avebury, en su admirable obra citada, que a mis
ojos avalora la ensenanza que ha tenido en los muchos y va-
rios cargos administrativos desempenados, no contento con
la formidable critica que hace de la municipalización, la ex¬
tiende igualmente severa, implacable y, sobre todo, bien do¬
cumentada contra la nacionalización de los servicios. «No
temo, dice, que el Estado lo haga todo; pero si mucho que el
Estado o los Municipios hagan o quieran hacer demasiado.»
Abstencionista Lord Avebury, pero no adversario de la in¬
tervención justa, oportuna y prudente del Estado, cuando por
ella puedan ser beneficiosamente influidos o resueltos pro¬
blemas de interés general, dedica parte de su interesante
libro a comparar los resultados exteriorizados en paises don¬
de se nacionalizaron ciertos servicios y en aquellos otros
donde no se ha adoptado tal procedimiento, sino que se ha
dejado libre a la industria y al comercio para que cumplan
sus naturales fines dentro de la organización social. Y de los
datos, informaciones y opiniones que recoge y consigna, se
desprende claramente que no son mejores los servicios don¬
de el Estado los tiene intervenidos más o menos directamen¬
te, y que en la mayoria de los casos el resultado ha sido un
gravamen, una carga mås para el contribuyente, sin benefi-
cio de la colectividad.
Los hechos hablan. En Inglaterra el servicio telegráfico
lo instaló y explotó una Compania particular. El Estado, que
lo habia concedido, decidió comprarlo, y a la fecha de la pu¬
blicación de la obra del Lord inglés, el Reino Unido, gracias
a la administración gubernamental, habia perdido mås de
diez millones de libras. Sólo en el ano 1906 el déficit, segun
informe del Director general de Correos, llegó a 439.000 li¬
bras, a cuya cantidad habria que anadir, por lo bajo, otras
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politic
europäische Rechtsgeschichte