Full text: Ruiz Jiménez, Joaquín: Nacionalización y municipalización de servicios colectivos

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A pesar de los elevados sueldos y de los altisimos jornales, 
los empleados y los obreros no podian procurarse más que 
coles y harina negra, pues a causa de lo excesivo de la mano 
de obra, la producción encareció extraordinariamente, aun¬ 
que para ocultar la gravedad de la situación el Gobierno 
vendia con pérdida. Asi, por ejemplo, la fábrica de zapatos 
socializada de Ujpest vendia por 130 el par de botas que le 
salia en 225 coronas. Los gastos de extracción de un quintal 
de carbón se elevaron a 29 coronas; pero en Budapest, on¬ 
tregado a domicilio, el Gobierno lo vendia por seis u ocho 
coronas. Sin embargo, ya se ha visto que con tal escasez, que 
hubieron de cortarse los árboles de los alrededores de la ca¬ 
pital. A causa de negarse los campesinos disgustados al 
abastecimiento de Budapest, los viveres eran muy escasos 
y, además, con precios exorbitantes. Un kilo de carne de 
vaca, 40 coronas; la ternera, 60; un pollo, 200; un huevo, 
de cinco a ocho; un kilo de espinacas, 10 coronas, etc., etc. Los 
billetes de Banco emitidos por el Gobierno no tenian valor 
alguno, y, rehusando los campesinos aceptarlos por no poder 
adquirir con ollos articulos manufacturados, se restableció el 
comercio primitivo del cambio de productos. Por una libra 
de sal los campesinos daban una docena de huevos; por un 
par de botas, un jamón; por una libra de tabaco, un cochini¬ 
Ilo; por un vestido completo, un cerdo entero, etc., etc. De 
las cuatro a las seis de la tarde, escribe Révész en su intere¬ 
sante libro, los habitantes de la capital recorrian las calles 
para examinar los menûs expuestos a las puertas de los res¬ 
taurantes, y formaban largas colas ante aquel cuyo menû 
les parecia menos malo. 
En las fábricas, las discrepancias entre los técnicos y los 
obreros y entre aquéllos y los délegados de los Soviets ha¬ 
cian imposible la producción. Y asi lo reconoció francamen¬ 
te en su discurso ante el Congreso de los Soviets el Comisa¬ 
rio de la Producción, anadiendo «que la clase obrera debe 
aceptar el hecho de que los directores intelectuales de las 
empresas conserven todavia ciertas maneras de hablar; pero 
se puede afirmar que esas maneras desaparecerán cada dia 
Max-Planck-Institut für 
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas 
europäische Rechtsgeschichte
	        
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