Héme aqui senores académicos, no por mis merecimien¬
tos, bien escasos si en mi hay alguno, sino por vuestra des¬
medida bondad. Por tanta generosidad he de expresaros,
ante todo, mi profunda gratitud, nunca olvidaré el inespe¬
rado honor que me habéis otorgado trayéndome al senc de
esta Corporación preclara para compartir con vosotros la
noble tarea que realizáis y a la que, en la medida de mis
limitadas fuerzas, cooperaré con la mejor voluntad, con el ma¬
yor entusiasmo.
No podria recibir honra mâs excelsa que la que vuestra
liberalidad me ha dispensado, venir a esta Real Academia
de la que han sido miembros los más ilustres juristas espa¬
noles, entre ellos penalistas de los mâs insignes, cuyos li¬
bros fueron para mi guia luminosa en el estudio de la cien¬
cia penal al que he consagrado mi vida.
Don Joaquin Francisco Pacheco principal autor y pre¬
claro comentarista del Código penal de 1848, don Cirilo Al¬
varez Martinez su colaborador en aquel cuerpo legal, don
Luis Silvela mi eminente antecesor en la câtedra que pro-
feso, cuyas opiniones acogemos aùn con el mayor respeto,
don Félix Pio Aramburu, catedrático de Antropologia cri-
minal en la Universidad Central, de cuya pluma salieron
brillantes publicaciones tan sabias como amenas, y don Ino-
cencio Jiménez, catedrático de la misma asignatura, autor
de importantes estudios en particular sobre la infancia de-
lincuente, a todos, figuras insignes de nuestra ciencia crimi¬
nal, con quienes tengo contraida cuantiosa deuda por las en¬
senanzas que de vosotros he recibido, al entrar en la que fué
vuestra casa, os dedico, en este solemne momento de mi vida,
un recuerdo emocionado y un tributo reverente.
Vengo a suceder a un esclarecido varón, gran jurista,
à un eximio profesor universitario que consagró su vida
por entero al estudio y a la ensenanza, a don Adolfo Gon¬
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte