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dres o elevarla a la categoria de esposa, sobre todo cuando
ya era madre o al menos se hallaba encinta.
En Ceilàn, se contrataban las parejas por tres dias. En
Roma, existia la forma de matrimonio denominado Usus,
que todos conocemos. En Prusia oriental, hasta bien entrado
el siglo XIX, se generalizó bastante el llamado, ano de ensa¬
yo , y Monlau, en su obra Higiene del matrimonio (pag. 44)
nos habla de un matrimonio celebrado en el Armagnac (Fran¬
cia), en 1297, por siete anos, entre dos personas nobles que
se reservaban el derecho de prorrogarlo, al expirar el plazo,
en el caso de hallarse uno y otro satisfechos.
Por lo demâs, semejantes conatos de matrimonios "de en¬
sayo no han prevalecido en los pueblos cultos, sin duda por
la influencia beneficiosa y profunda de las doctrinas de la
Iglesia.
LOS REFORMISTAS
Desde el principio de los tiempos predominó en la familia
la autoridad del varón; la defendieron en teoria los grandes
filósofos griegos, singularmente Aristóteles (1) y hasta Pla¬
tón en su Diâlogo sobre la virtud, Menón, a pesar de que mu¬
chos consideran a este ultimo filòsofo como el precursor del
feminismo.
Las legislaciones de los pueblos paganos llegaron a ver en
el matrimonio una relación de mera propiedad, en que el va¬
ron adquiria la potestad, y la mujer se entregaba y se sometia
a su poder.
El Cristianismo reivindicó, como era natural, la digni¬
dad de la mujer, a la que mandô considerar como compa¬
nera, pero jamas como sierva, y amar como Cristo amó a su
Iglesia, ya que el matrimonio, al ser elevado a sacramento,
simbolizaba la unión de Jesus con su propia Iglesia, lo que
no obstaba para designar al marido como al depositario de
la autoridad en la sociedad familiar.
(1) Politica. Libro I, cap. 5.0
Max-Planck-Institut für
Real Academia de Ciencias Morales y Politicas
europäische Rechtsgeschichte